Desde Hawái hasta Portugal, pasando por México, Irlanda o Australia, estas son algunas de la olas que más respeto infunden en el mundo del surf.
Los apasionados y apasionadas del surf de olas grandes se pasan el año monitorizando las marejadas más grandes para desplazarse hasta allí a surfear. Las zonas que por sus características -tormentas, mareas, fondos, corrientes, etc- se han convertido en sus sitios predilectos. Son las olas más grandes y peligrosas del mundo
Huésped habitual de épicos días de surfing, Mavericks es sin duda una pieza clave en el surf XXL. Rompe en invierno en Half Moon Bay, en el norte de California (Estados Unidos). Es una ola de derechas y el tamaño puede alcanzar los 15 metros y recorrer hasta 300 metros. Es la única de la selección que tiene una película en Hollywood, llamada Chasing Mavericks.
Su peligro reside en la violenta bajada y el arrecife submarino con rocas afiladas que se esconde bajo el agua. Se le conoce como Bone Yard. El peligro puede llegar a ser mortal. No en vano, aquí falleció el mítico Mark Foo en el año 1994.
Desconocido por muchos, el norte de Irlanda guarda un monstruo capaz de elevarse más de 15 metros en el mary romper violentamente contra la costa de una pequeña aldea sacada de un cuento de hadas. Su nombre es Mullaghmore Head y es una de las olas -y tubos- más salvajes de Europa.
En este caso se trata de una ola de izquierdas complicada, potente y peligrosa, cuyo nombre significa ”la gran cumbre’ en gaélico. Allí pudimos ver hace un tiempo a los vascos Natxo Gonzalez e Indar Unanue.
Esta bestia del pacífico debe su apodo a unos locales que allá por el año 1975 estaban surfeando en la zona cuando un cambio repentino de las condiciones hizo romper a la ola con mucha fuerza. Su carácter impredecible similar al de un tiburón y la cercanía en el tiempo de la famosa película, hicieron que fuera bautizada de por vida.
Dicha zona es Pe’ahi (Maui, Hawái), donde cuando llegan swells invernales del noroeste con ligero viento sur pueden levantar un tubo de derechas colosal de hasta 20 metros de altura.Allí se disputa actualmente el campeonato del mundo de surf ‘a remo’.
Durante el invierno austral una ola destaca por encima de otras frente a la costa de Sudáfrica. Las frías aguas, territorio de tiburones que jamás nadie se quisiera topar, esconden una bestia solo apta para los mejores riders especialistas en olas gigantes.
Para romper necesita por lo menos superar los 4-5 metros de altura y cuando las condiciones de viento noroeste acompañan, un enorme tubo de derechas (del tamaño de un autobús) hace las delicias de quienes se hayan atrevido a domarla.
Si hiciéramos una encuesta entre los grandes surfistas para saber cuál es la ola que más temen del mundo, el nombre de Shipstern Bluff estaría entre los primeros. Se trata de una ola de derechas que rompe contra el coral en un paraje idílico en la costa de Tasmania (Australia).
La ola reúne muchos peligros que la hacen ser muy temida. El más famoso, y por el que es reconocida mundialmente, es su “Devil’s drop”. Un salto que se crea en plena ola cuando Shipstern bombea fuerte.
Conocido como el Pipeline mejicano, esta ola rompe en la costa pacífico del estado de Oaxaca. Durante la temporada de buenos swells que dura de mayo a agosto, pueden llegar a verse olas de 9 metros de altura y algunos de los mejores tubos del año.
De los mejores… y más peligrosos. El experimentado surfista y filmer californiano Noel Robinson cogió su última ola en Puerto Escondido en mayo del 2010. A pesar de ser un gran conocedor de este spot, murió ahogado sin que nadie pudiera hacer nada por su vida.
Si hablamos de las olas más grandes del mundo, lo que viene a la cabeza son los míticos spots de paraísos del surf como el de Tehaupoo, el de Padang Padang o cualquiera del North Shore Hawaiiano. Pero no podemos olvidarnos del spot que desde octubre del 2011 ostenta el récord guinness de la ola más grande jamás surfeada: Nazaré.
No hace falta explicar mucho más que los mejores surfistas, fotógrafos y filmers de olas grandes se han establecido en esta localidad portuguesa una base por lo menos para el invierno. Actualmente, Rodrigo Koxa ostenta el récord del mundo de haber surfeado la mayor ola de la historia: más de 24 metros.
Que una ola tenga fama mundial pese a que rompe muy de vez en cuando, significa que cuando lo hace no deja a nadie indiferente. Este es el caso de Belharra, un gigante amodorrado que cuando despierta hace oír sus rugidos en toda la costa de Iparralde. Todavía se recuerda el paso de Hércules por allí en 2014…
Como buena ola XXL, Belharra solo rompe cuando un cúmulo de condiciones de vientos y mareas se cruzan en el camino dispuestas a levantar una enorme masa de agua que choca contra el fondo de roca de la costa labortana. Aquí pueden pasar años sin que ocurra.
En la isla hawaiana de Oahu se encuentra la legendaria ola de Pipeline. La perla de las 7 millas del North Shore que rompe sobre fondos de arrecife de coral en frente de la playa de Ehukai. Este monstruo tiene el cuestionable honor de ser la ola más letal del mundo. No son pocos los grandes surfistas y fotógrafos que esta ola se ha llevado.
La ola principal de Pipeline es la izquierda que rompe a lo largo del primer arrecife. Corta pero muy intensa, los tubos llegan a rozar la perfección si las condiciones son las idóneas. Allí se disputa la última prueba de la World Surf League cada año. Cuando el mar está grande, el pico de la ola se mueve hasta un segundo arrecife creando olas de 4 o 5 metros, y en los días de condiciones XXL la ola empieza a levantarse en un tercer arrecife que se encuentra mar adentro hasta pasar los 6 metros de altura.
Como siempre que se hace un artículo de estas características, cabe destacar que las olas seleccionadas no son las únicas peligrosas o grandes del mundo. Seguro que más de uno ha pensado por ejemplo en Teahupoo o Punta de Lobos, por ejemplo. De hecho, solamente en España ya hay unas cuantas que aquí no aparecen (La Vaca, Roka Puta, el Panchorro, Punta Galea, etc). Pero lo que es innegable es que, sin ser mejores o peores, las 10 olas seleccionadas tienen el respeto -e incluso el miedo- de surfistas de todo el mundo.