El argentino que empujó el surf a los JJOO nos mete en la cocina de la suspensión olímpica
Por Julián Mozo para EL LIBERAL
Fernando Aguerre es el único dirigente en la historia argentina que logró que un deporte llegara a los Juegos Olímpicos. Ni más ni menos. Una conquista que, como él relata, “empezó siendo impensable, luego se transformó en imposible y mi trabajo fue para que fuera inevitable”. Fue una “remada larguísima, de más de dos décadas”, que empezó cuando fue electo presidente de la Internacional Surfing Association (ISA), en 1994), pero cuando quedaban sólo cuatro meses para que ese olón olímpico llegara a Tokio, un obstáculo insalvable se cruzó en el medio y chau sueño, al menos por un año. Pero, lejos de frustrarse, este “idealista práctico”, como se autodefine, prefiere tomarlo con una mirada amplia, con la filosofía que le permitió de chico ser uno de los grandes impulsores del surf nacional, fundar junto a su hermano uno de los primeros surfshops en el país (Ala Moana), juntos crear una marca internacional como Reef, llevar ocho mandatos al frente de la ISA y ser uno de los directivos más cautivantes del movimiento olímpico. “Claro que fue un tristeza que se suspendieran los Juegos y, por ende, nuestro debut olímpico, pero más triste es lo que está pasando en el mundo, la gente que está sufriendo (o muriendo) y la crisis económica que podría ser la más grande desde la Segunda Guerra Mundial o de la Gran Depresión del 30. Lo de los Juegos es algo muy chiquito al lado de lo otro. Hay que poner las cosas en perspectiva”, explica.
-Imagino que la decisión no te tomó por sorpresa. Tenés una muy buena relación con Thomas Bach (presidente del COI). ¿Qué se habló en esos días, cuál fue la cocina de la decisión? ¿Estuviste de acuerdo?
-Sí, claro. El tema se venía hablando en los pasillos del COI y antes de tomarse la decisión, las 32 federaciones tuvimos dos teleconferencias. Todos queríamos ver si podíamos mantener las fechas del 2020, pero estuvo claro que no podían realizarse. Tampoco servía seguir demorando la decisión. Desde que está Bach, el Comité Olímpico ha hecho grandes avances por un mundo mejor, con acciones humanitarias y ambientales, accionando en áreas en las que antes no participaba. En un momento estuvo claro que había que preservar la vida. Es genial tener líderes como Bach, que toma decisiones a tiempo. Primero siguió un camino razonable, esperar un mes para ver cómo seguía la pandemia, si se estabilizaba o surgía una cura, pero se dio cuenta que esto era incontenible y cambió. Esa es una virtud no muy usual, sobre todo en los que ejercen el poder. Espero que podamos realizarlos en el 2021.
-¿Tenés dudas? ¿Te gusta la nueva fecha?
-No es fácil saber cómo seguirá el virus. Estamos frente a algo que nunca vimos ni enfrentamos. Pero, bueno, son 16 meses, un tiempo razonable. La fecha está perfecta, apenas un día de diferencia con el comienzo original.
-¿Y para el surf tiene algo de bueno que se estire un año? Porque tenías pensado impactar al mundo con una fiesta en la playa, hacer algo mucho más grande que una competencia de surf en el agua. ¿Te cambia algo?
-Sí, tiene un costado positivo. Hay más tiempo para pulir cosas y eso es bueno. Un año después, nada puede salir peor. Porque queremos que nuestro Festival Olímpico sea perfecto. Lo haremos en la playa, una celebración, con música en vivo, comida sana, ambientalismo, yoga, nuestra cultura y estilo de vida, nuestro amor y respeto al mar… Será una embajada del surf en el mundo, queremos celebrar que habrá 40 atletas que serán olímpicos siendo surfistas, y lo serán por el resto de sus vidas. Eso es lo hermoso, lo que nadie creía que sucedería.
-Me hablás de la pandemia como una ola inesperada.
-Shaun Tomson, un campeón mundial sudafricano, me aconsejó una vez que nunca le diera la espalda a la ola. Quería decirme, primero, que nunca abandonemos el mar, que lo cuidemos, pero también era una cuestión técnica: un surfista siempre debe mirar la ola que viene. Si no la mirás te podés llevar fea sorpresa. Y acá es igual. Esta es una ola que nunca vimos, en dimensión, duración y velocidad. Por eso debemos mirarla más que nunca. Y enfocarnos para enfrentarla exitosamente.
-¿Hay que remarla y tomarla? ¿O dejarla pasar porque es muy grande?
-Tomarla. No te queda otra. O te lleva puesto. Esta ola viene, no la podés esquivar. Debemos prepararnos, remarla y buscar surfearla lo mejor posible. Con inteligencia y ejecución todo es posible. Y en equipo, claro. Porque si no nos unimos, esta ola nos tapa a todos. Y nuestra mejor tabla para esta ola es la solidaridad. Es el amor expresado colectivamente, el único sentimiento que nos puede salvar. Porque si en esta ola te caes de la tabla y estás solo, te ahogás. Si estás acompañado, te pueden ayudar en el agua. Lo mismo que pasa en el mar con el surf. Esta ola tenemos que enfrentarla entre todos.
-¿Sos de los que creen que las cosas pasan por algo? ¿Que una pandemia así llega para enseñarnos cosas, a ser más solidarios, a mejorar hábitos, a cuidar más el mundo, algo que venís pregonando hace años?
-Yo no creo que las cosas pasen por algo, sino que todo lo que pasa nos da la oportunidad para aprender algo. Esta es la chance para pensar y sensibilizarnos más. Para escuchar, para ver nuestras necedades, la falta de solidaridad y de tolerancia. Hay muchas teorías de por qué pasan cosas así, si es una consecuencia de cómo tratamos la naturaleza, si tiene que ver con la tecnología celular… No sé, hoy cualquier teoría se comunica por redes sociales como un hecho probado científicamente y muchas veces es puro bla bla. Yo creo que en este momento debería servir para replantearnos cómo y para qué vivimos, que es lo que realmente importa. Preguntarnos si realmente cuidamos el medio ambiente, el entorno, si hacemos lo suficiente por la educación y salud pública, o hasta cosas más pequeñas, desde si separamos la basura hasta si es necesario consumir como lo venimos haciendo. Esta pandemia es un golpe a nuestro ego, porque pensábamos que éramos invencibles y ahora descubrimos, en pocos días, los límites de nuestra fuerza, de la ciencia… Es, además, un espejo para mirarnos. Como sociedad debemos tomar conciencia de todo esto y, sobre todo, es una chance real de ser verdaderamente solidarios.
-¿Considerás que se tomará conciencia o sos escéptico?
-No lo sé, ojalá que podamos reformular cómo vivimos o nos relacionamos, que haya un cambio de paradigma. Porque por ejemplo en Nueva York, la ciudad principal del país más rico del mundo, no hay suficientes camas para los contagiados. Eso no puede ser. Simplemente no está bien. Los humanos cambiamos conductas por miedo o amor. Y ahora tenemos otra chance. Tal vez este miedo sea la semilla de una forma de amor, más extendido, el de la solidaridad. Si en dos semanas aparece una cura, seguiremos en la misma, porque recién ahora el debate se está empezando a poner sobre la mesa. El problema es que los medios cubren lo ruidoso, lo doloroso, lo que vende, lo coyuntural… Y además, claro, hay muchos intereses en que las cosas no cambien. Ojalá nos apoyemos en los jóvenes de cuerpo y alma, quienes son los que menos condicionados están.
-Fuiste de los primeros que reaccionaron en el ambiente del surf, pidiendo a los surfistas que no fueran al agua, que se quedaran con sus familias, aprovecharan el tiempo para otras cosas y reflexionaran.
-Sí, claro, le pedí a la gente que dejara de surfear, que no fuera irrespetuosa e irresponsable. Algunos amigos me dijeron “vamos a surfear bien temprano, de noche” y les dije que no, que no tenía que ver con poder o no, sino con la solidaridad, con hacer lo que hay que hacer mientras hay mucha gente en las trincheras peleando por nosotros. No podemos ser el nene caprichoso que, a los gritos, pide su juguete, cuando el mundo se está viniendo abajo.
-¿Y qué opinás de la decisión del Gobierno argentino y de cómo se ha comportado la gente en su mayoría?
-Estoy contento con las medidas que, claramente, han priorizado la salud. El Gobierno las tomó en tiempo y forma, mejor que muchas potencias como Estados Unidos, España, Italia y hasta Brasil, que negaron la pandemia y hoy lo pagan caro. Hoy, no hay dudas, la cuarentena es la única vacuna y esto requiere de solidaridad. Hoy, quedarse en casa, es la diferencia entre la vida y la muerte. Y esto no es un ensayo, es la vida real. Esta es la lucha de nuestras vidas. Y por nuestras vidas. Ni más ni menos. Pero también habrá que atacar el tema económico para que, como consecuencia de esta cuarentena, no se destruya la economía. Si se rompe el tejido económico se llevará puesto el social. Por suerte, creo que el Gobierno y la oposición lo tienen claro y las medidas estarán apareciendo. Todo lo digo desde mi postura sin banderías. Yo respeto decisiones buenas y critico las malas, sin importar el autor. Estamos todos en el mismo barco, tratando de pelear contra un enemigo silencioso. Tenemos que estar todos juntos y dejar de jugar a ver quiénes son los buenos y los malos.