Juan es un marino que soñaba, que soñaba de pequeño con estar en la mar y ver que había más allá del horizonte.
Entrevistamos al marino Juan Merediz, participante español en la Global Solo Challenge. Navegante con muchas tablas, busca ahora afrontar el reto de cruzar el horizonte hasta volver al comienzo, a A Coruña, tras haber dado la vuelta al mundo. Desde Valencia aborda la preparación de este nuevo proyecto con una ilusión desbordante y dispuesto a exprimir al máximo su Pogo 40S con la firme intención de ganar en la primera edición de la GSC.
Buenas tardes Juan, ¿cómo le explicarías a alguien que no te conoce ni navega quién es Juan Merediz?
Un marino. Un marino que sueña desde niño con la vuelta al mundo. Veía la mar desde la ventana de mi casa en Gijón y desde muy niño siempre he querido ver lo que había allí detrás, y eso ha sido lo que me ha ido moviendo.
Esta pasión por la mar me llevó a la vela, primero a la vela ligera con Optimists y Snipes, y luego con mi primer transporte en solitario, ya que en aquella época se vendían barcos franceses en Asturias y yo me ofrecí para transportarlos; simplemente quería estar en la mar.
Como nos contaste en la entrevista anterior, has participado en importantes regatas oceánicas, ¿cómo fueron aquellos comienzos?
Con 15 años, a raíz de una revista que cayó en mis manos, preparé mi primer dossier, a mano, para buscar patrocinadores y realizar la Mini Transat, tardando 7 años más en participar. Si algo destaca en mí, es que soy muy cabezón.
De todas las regatas que he hecho, hay algunas que destacan como la Mini Transat del 95 o la Barcelona World Race de 2010, sin embargo, hay otras no tan sonadas que fueron increíbles, como una Transgascogne en la que navegué de maravilla con muy muy poca experiencia o la Figaro que fue mi gran regata.
Yo suelo recordar mis primeras navegaciones con sus primeros fallos y lecciones, ¿qué recuerdos tienes de aquellas primeras navegaciones?
Recuerdo incluso la primera vez que navegué en solitario: un First 25, sin piloto automático, 240 millas, y recuerdo todos mis errores, el primero nada más salir. Hoy sigo cometiendo errores, y es algo que me encanta; estudiarlos, valorarlos y aprender, aprender constantemente. No hay nada como la mar para aprender; navegar, olvidarse de los títulos y navegar. La milla más difícil es la próxima, siempre la próxima, y lo que tienes que hacer es prepararte para superar esa milla y afrontar la siguiente. También es muy bueno cambiar de compañeros de viaje, cada uno te enseñará cosas distintas a los demás.
Parece que es muy difícil navegar en España, ¿qué ocurrió con la Vendée Globe de 2012?
Después de la Figaro tuve unas negociaciones muy avanzadas con los patrocinadores para participar en la BOC Challenge, sin embargo, debido a un tema de instituciones y cambios de políticos no se pudo llevar a cabo. Siempre soñé con la Vendée, y después de la BWR de 2010 hubo una oportunidad con un patrocinador; había una historia que contar, tenía mucho sentido, pero no había ayudas fiscales y las empresas no se decidieron a entrar, que es el gran problema que tenemos en España, que dejamos de contar la historia, y perdí aquella oportunidad. Fue muy duro porque aquella vez me vi realmente con muchas posibilidades.
Uno de los problemas que hay en España es que, cuando llamas a la puerta de una empresa, la mayoría ni si quiera se toman el tiempo de escucharte, cosa que no ocurre en otros países como Francia. No valoran la gran plataforma que puede suponer el apoyo a un proyecto de navegación.
¿Qué te llevó a la GSC?
Me enteré de esta regata trabajando como capitán. Al principio no acababa de comprender el sistema, pero luego me enamoró la idea y apostamos. No podía tener un barco, no obstante, gracias a mis amigos, familia y al anterior propietario apostamos todo, absolutamente todo, por este proyecto.
También tenemos el estigma en España de que tener barco es de ricos, la GSC es una oportunidad de cambiar esto; saliendo desde A Coruña, debería haber muchos españoles y, sin embargo, sólo hay dos; esta regata parece que viene a democratizar un poco el panorama. Debemos plantar una semilla y sentar precedentes, por eso este proyecto también es importante; hay muchísima gente loca por la mar en España y mi proyecto puede ayudar al futuro de esos próximos marinos.
Actualmente, creo que una de tus principales prioridades es la financiación, ¿cómo se buscan y cómo se consiguen patrocinadores?
Nosotros generamos una historia, una historia de valores, de pelea, de sueños,… y eso a todas las empresas les mola, pero hay que usar la imaginación, a nosotros nos ha ayudado mucho nuestra experiencia con las Fallas de Valencia. Las empresas tienen que aprovechar nuestra plataforma e imaginación para su propio beneficio, que también es el nuestro. Hay que ver la vela como una oportunidad de negocio, mucho más allá de las empresas meramente técnicas, pero es algo que, por norma general, no valoran las empresas españolas. Se tienen que hacer las cosas de una forma distinta y que abra un camino, un camino que les sirva a los que vienen detrás: contar la historia sea como sea.
También es muy importante que el publico apoye con cosas pequeñas como seguir una cuenta de Instagram, YouTube o participar en el crowdfunding aunque sólo sea con un par de euros, porque cambia bastante de ser 200 a 250.000 y eso ayuda mucho a la hora de presentarse ante una empresa.
Cuénteme un poco sobre su campaña de crowdfunding, ¿cómo se ha decidido por este medio de financiación?
Hemos abierto una campaña crowdfunding que, si la cumplimos, nos va a permitir estar más cerca de nuestro objetivo. Hemos conseguido reunir ya una suma importante, pero esto se debe a empresas que han puesto cantidades considerables, sería más interesante si hubiese la misma cantidad recaudada, o incluso menos, pero que hubiesen participado muchas más personas.
A pesar de que a la vela no se le da mucha visibilidad en España, la mar es tremendamente atractiva, hay mucha gente que o la aman o le tienen miedo, lo que significa que no deja indiferente a nadie, esa gente es la que necesitamos, gente que quiera hablar de mar.
Entrando un poco más en el tema de la navegación y el barco, ¿qué modificaciones enfocadas a ir al Sur has realizado en tu Pogo 40S?
Hay que pensar en el Sur, pero también hay que pensar en el resto del recorrido; puedes llegar a tirar un palo abajo con los alisios a base de meter trapo y correr mucho. El Sur lo que es, es enorme… enorme, pero pasa relativamente rápido porque casi todo el tiempo estás yendo deprisa. Estás en una situación de estrés constante que te hace estar muy concentrado. Tienes que tener un buen piloto que te lleve, tienes que tener el barco bien equilibrado y tener muy claro dónde colocarte en cada borrasca, porque si no sabes colocarte puedes tener un problema muy serio, peligroso. Yo el barco quiero prepararlo, pero me da igual si para ir al Sur o para salir de A Coruña, es más la elección de barco, que vaya rápido y en rumbos rectos sin hacer muchas eses; la estabilidad de rumbo es fundamental porque eso te permite ir un poquito más rápido y seguro.
En cuanto a la preparación mental, ¿cómo preparas la cabeza para una aventura como la GSC?
La preparación psicológica está siendo tremenda, y luego está la experiencia, sin ella no me metería en algo como esto. Los fantasmas aparecen constantemente, el miedo a romper es constante, y da igual la experiencia que tengas. Y luego está la familia, y tú no estás allí, y eso tienes que tenerlo muy claro porque ese fantasma va a llegar, si no todos los días, cada tres; los que tienes en casa, si te necesitan, tú no estás.
Para cuidar la cabeza es muy importante la alimentación, ¿cómo comes en un desafío así? ¿Cocinas o sobrevives a base de pasta y arroz?
Estoy convencido de que, por experiencia y por barco, puedo optar a ganar, con lo cual me voy a tomar la GSC como la BWR, muy en serio. En la BWR conseguimos rebajar el peso de la comida muchísimo y aún así comer muy bien, no vivíamos de liofilizados, por eso pienso que la mejor opción es contar con un profesional y diseñar un buen menú. Hay que intentar comer fresco lo más posible, aunque pescar sea prácticamente inviable. Aunque he de decirte que sí que haré una cosa, recordar a José Luis de Ugarte, uno de los grandes marinos que hemos tenido en España, cocinando un arroz con cebolla y comiéndomelo con una botellita de vino.
¿Qué sueles echar de menos navegando? ¿Y en tierra?
A ver, la tierra me da miedo, casi todos los problemas están en tierra, la mar es honesta. Entonces echo mucho de menos la mar cuando estoy aquí porque me es mucho más fácil tratar con ella, es todo mucho más sencillo, mucho más simple. Ahora bien, los fantasmas siempre van a aparecer, siempre aparecen con la misma forma: mis hijos que son mi vida, mi pareja que es mi vida, mis amigos, el fantasma de tener una mala noticia. Sé que voy a echar de menos a mis hijos, a mi pareja y a mi círculo cercano, pero para eso es para lo que tienes que prepararte, para volver a puerto. Nuestra obligación como marinos es volver a puerto, cuando como estamos cómodos es afuera; mi obligación por mi barco y por mi gente es volver.
Necesito hacerte una pregunta para mí, ¿existen de verdad las olas del Sur?
Desde luego existen. En cuanto a si son tan diferentes, son enormes, son colinas, a veces son montañas, pero en sí mismo es el lugar. Hay tanta leyenda bien ganada, estás tan lejos, estás tan solo. El Sur ya me atraía mucho, y ahora me sigue atrayendo; la primera vez que ves un albatros… Ese sitio, esa leyenda, es real y la tiene.
¿Por qué preparas un proyecto así? Además de lo profesional o lo personal, ¿Qué hay dentro de ti para esto? Honestamente, preparar un barco para salir en un proyecto como la GSC es un desafío, navegar por una ruta así es una locura. ¿Qué hay? ¿Qué hay para ti?
No lo puedo evitar, me gustaría, pero no lo puedo evitar. Desde pequeño, desde muy pequeño en Gijón, veía la línea del horizonte y yo quería llegar allí. Me daba igual como ir, ya fuera en un bote de pesca o en un velero, pero quería siempre salir a la mar. Tengo verdadera pasión por ello, pero hay que tener cuidado porque la pasión es bipolar, lleva a hacer locuras. Nadie me obligó a esto, pero no lo podría evitar de ninguna manera