Andrea Mura en Vento di Sardegna dobló el Cabo de Buena Esperanza el miércoles por la tarde, dejando solo a dos competidores en el Atlántico.
Alessandro Tosetti en Aspra, quién está a solo unos días de alcanzar este importante hito, y Kevin Le Poidevin en Roaring Forty, quién ha pasado la latitud de Recife y está gestioando bien su descenso por el Atlántico Sur con la ayuda de los vientos alisios del sureste.
Entre los otros doce patrones en la regata, solo Philippe Delamare, firme en la delantera a bordo de Mowgli, ha llegado al Pacífico, mientras que los demás están lidiando con la difícil travesía del Océano Índico.
Ari Kansakoski en ZEROchallenge, tras un inicio lento desde Ciudad del Cabo, se dirigió al sur hasta los 41° S y empezó a navegar a una buena velocidad. Édouard De Keyser en Solarwind optó por atravesar la Zona Intermedia del Límite de Hielo (permitido por el reglamento por un máximo de 72 horas) y permanecer más al sur a los 43° para disfrutar de vientos de alrededor de 15-20 nudos y evitar la calma del anticiclón que se asentará en la zona tras el paso del sistema de baja presión. David Linger en Koloa Maoli y William MacBrien en Phoenix se mantuvieron más al norte, a los 42°, para evitar la fuerte depresión que pasó sobre las Islas Kerguelen. Ayer por la mañana, el patrón estadounidense vio el Class40 de William a solo 20 millas en su radar. François Gouin en el Kawan 3 – Unicancer se adentró más al sur hasta los 46° y viró el martes por la noche para luego navegar rápidamente hacia el este. Le Souffle de la Mer III de Louis Robein, en los mares del sur, ha recuperado buena velocidad y ha vuelto a entrar en la competición con el resto de la flota. Los patrones buscan un equilibrio, ajustando su rumbo unos grados al norte o al sur para mantener la navegación en vientos que no sean excesivamente fuertes, evitando así condiciones de mar agitado y cruzado. Como Pavlin Nadvorni en Espresso Martini, quién se mantiene al norte de los sistemas de baja presión, ahora a los 44° S, con el claro objetivo de preservar su barco y evitar daños innecesarios.
Riccardo Tosetto en Obportus 3, actualmente en cuarto lugar en la clasificación provisional basada en la fecha estimada de llegada, está registrando buenas velocidades y persiguiendo a Ronnie Simpson en tercer lugar a bordo de Shipyard Brewing, más de 800 millas por delante de él. Cole Brauer, segunda en toda la flota en First Light con una actuación sobresaliente, ahora se dirige hacia el segundo de los grandes cabos, el Cabo Leeuwin. Philippe Delamare en Mowgli, quien se convirtió en el líder de la flota tras el retiro de Dafydd Hughes en Bendigedig en Hobart, está navegando su océano favorito, el Pacífico, que ya había cruzado antes a bordo de un catamarán. El patrón francés utiliza la Zona Intermedia para evitar áreas de calma y aprovechar las depresiones en un intento de mantener una alta velocidad promedio y no perder su liderazgo.
El exigente recorrido del GSC desafía a los patrones a doblar los tres grandes Cabos – Buena Esperanza, Leeuwin y Hornos. Las 10,000 millas necesarias para cruzar el Océano Índico, después de pasar el Cabo de Buena Esperanza, y el Pacífico, en bajas latitudes, representan más de un tercio de la ruta total. Sin duda, son las peores, en términos de condiciones de viento y mar, de las 25,000 millas totales necesarias para dar la vuelta al mundo.
Una característica predominante de esta zona es la constante presencia de bajas presiones provenientes del oeste, formando una especie de carrusel constante, aunque estemos a las puertas del verano austral. Los fuertes vientos asociados con estas depresiones, al no encontrar masas de tierra que puedan atenuarlos, ganan fuerza y velocidad a medida que avanzan. Consecuentemente, influyen en el estado del mar, que se rompe en grandes olas cruzadas con rompientes. Ya en el siglo XIX, los marineros que habían navegado las frías y peligrosas aguas de estas latitudes acuñaron los términos ‘Cuarenta Rugientes’ y ‘Cincuenta Furiosos’, refiriéndose al ruido del viento al chocar contra la jarcia de los barcos que, cuanto más al sur iban, se volvía más agudo e insoportable.
Pero, ¿cómo avanzan esas grandes masas rojas que vemos en el tracker, arrastrando consigo vientos de 40 nudos y olas de más de 5 metros, que el patrón italiano Andrea Mura bromeando llamó “ese infierno rojo”? Cada depresión en el hemisferio sur está precedida por vientos del norte, que giran en sentido antihorario hacia el noroeste. Luego viene el paso del frente cálido, que no es particularmente violento o tormentoso. El frente frío subsiguiente, sin embargo, provoca un cambio repentino de 90 grados en el viento, trayendo consigo una masa inestable de aire frío desde la Antártida. En estas condiciones, el mar se vuelve extremadamente agitado, con olas cruzadas, ráfagas de viento y la posibilidad de que se formen olas rompientes que han llevado a algunos competidores a experimentar tumbadas de 90º. Para describir el estado del mar, incluso los patrones más experimentados suelen usar adjetivos como ‘dantescas’ o ‘infernales’ en sus blogs.
Después del paso del frente frío, se instala una calma temporal, y el sol junto con el cielo azul vuelven a aparecer, rompiendo ocasionalmente la capa grisácea de nubes que predomina la mayor parte del tiempo y que Philippe Delamare había comparado irónicamente con un pariente no deseado que llega y no quiere irse. Durante la breve mejora de las condiciones, con el sol que ha logrado asomarse, trayendo consigo un rápido aumento de la temperatura, los vientos vuelven a ser del norte. Desafortunadamente, este respiro es solo temporal, ya que otra depresión ya está en camino.
Algunos patrones han compartido sus experiencias de navegación en los Océanos del Sur, significativamente diferentes a las en que habían navegado previamente. Cole Brauer, la valiente patrona americana, nos contó cómo a veces es necesario desviarse unos grados al norte, abandonando la ruta ideal y más rápida, para encontrar condiciones de navegación más moderadas y manejables. Todos los patrones deben, por lo tanto, equilibrar el rendimiento con la necesidad de vivir serenamente este largo maratón, sin descuidar la nutrición y el descanso adecuados.
Louis Robein, a bordo de Le Souffle de la Mer III, después de un descenso cauteloso por el Atlántico Sur, ahora parece sentirse más cómodo para aprovechar al máximo la navegación rápida en los mares del sur. La táctica de este marinero francés, veterano del circuito Figaro, es permanecer en los bordes de las depresiones para evitar tormentas excesivamente violentas, sin dudar en dirigirse hacia el sur. Robein revisa regularmente los partes meteorológicos con sus instrumentos, pero no siempre los encuentra fiables, por lo que se basa en la observación de las tendencias y se adapta a las condiciones reales. En cuanto a la configuración de su X-37 en estos mares desafiantes, Robein ajusta frecuentemente el área de la vela mayor, reduciéndola con rizos o aumentándola para hacer el barco más rápido y potente al enfrentarse a las olas. Ha colocado el trinquete en el enrollador de proa y hasta ahora no ha necesitado enrollarlo. Incluso con ráfagas de hasta 38 nudos, el máximo que ha registrado hasta ahora, está satisfecho con la configuración de su barco. Ha sufrido dos tumbadas de 90º, pero estos fueron causados por las condiciones del mar y las olas rompientes. “Intento anticipar las maniobras y en cuanto el viento supera los 22 nudos, pongo el segundo rizo. Con la experiencia, he desarrollado una cierta respuesta automática en mis acciones, y esto me hace sentir mucho más tranquilo y menos ansioso. Cuando el viento alcanza los 25 nudos, mi barco, que no está hecho para surfear, se ve frenado por las olas y no gana más velocidad. Por esta razón, no necesito perseguir las depresiones; más bien, me preparo adecuadamente cuando no puedo evitarlas.” Louis dice que mantenerse en equilibrio a bordo puede ser difícil, y es necesario agarrarse al barco para realizar cualquier movimiento, pero al final, afirma que navegar en el Océano Índico es una experiencia maravillosa. Si estuviéramos cerca de él, podríamos ver un brillo en sus ojos por la felicidad de haber alcanzado estos mares tan soñados.
Ronnie Simpson, a bordo del Shipyard Brewing, logró realizar reparaciones sólidas, aunque temporales, a los daños sufridos por la mayor, lo que le permitió retomar una excelente velocidad. En uno de sus videos, Ronnie evocó la importancia del amanecer para él, la llegada de la luz de un nuevo día que realmente permite evaluar el estado actual del mar. “A medida que navego hacia el este, el sol sale más temprano cada día, y uno de los momentos más esperados es ver las olas y las condiciones del mar por primera vez después de la oscuridad de la noche.” El patrón americano, a pesar de la frustración por no haber preparado el barco como deseaba y los problemas con las velas, continúa valientemente su aventura. Está considerando una posible parada técnica para resolver los problemas antes del gran salto hacia el Cabo de Hornos, para asegurarse de que las velas estén completamente funcionales y tener los materiales necesarios para llevar a cabo cualquier reparación. Esto lo llevó a reconsiderar su estrategia, demostrando su determinación y resiliencia ante desafíos inesperados.
Philippe Delamare, en Mowgli, desde la primera gran depresión a la que se enfrentó en el Océano Índico, había dicho que es necesario intentar no estresarse y hacer del carrusel de depresiones parte de la rutina de navegar en estos mares. Con este enfoque profesional y sereno, Philippe está logrando una espléndida circunnavegación, aunque no siempre fácil. Entrar en el Pacífico resultó particularmente difícil para él, habiendo tenido que enfrentarse a dos poderosas depresiones, especialmente la segunda, que definió como dantesca. La fuerte depresión proveniente del norte, con ráfagas de hasta 50 nudos, chocó con las típicas olas del suroeste del Pacífico. Esto creó un mar cruzado con olas empinadas, haciendo la navegación similar a un viaje en montaña rusa. Los desafíos no se limitaron a las condiciones del mar. Su barco, el Mowgli, sufrió varios daños, incluyendo la rotura de los Lazy Jacks, lo que requirió que Philippe subiera al mástil varias veces, una tarea nada fácil. A pesar de estas adversidades, Philippe y Mowgli se han enfrentado y han superado los obstáculos y ahora se dirigen hacia el tercer y más desafiante objetivo en su ruta, el Cabo de Hornos.
En este escenario, donde el carrusel de depresiones se convierte en una parte integral de la experiencia de navegación, los patrones han aprendido a convivir con condiciones extremas, que se vuelven ordinarias. La capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios climáticos, de tomar decisiones prudentes y de mantener un equilibrio entre la cautela y el coraje se ha convertido en la norma. A pesar de las condiciones a menudo extremas, muchos de ellos han encontrado un ritmo sostenible, logrando manejar los desafíos del mar y preservar el bienestar físico y mental. Navegar en los mares del sur, aunque exigente, se transforma así en una fuente de crecimiento personal y profesional. Para estos patrones, cada día vivido entre olas gigantescas y vientos impetuosos representa una oportunidad para fortalecer su experiencia y tejer un vínculo aún más profundo con el inmenso océano que los rodea. En este contexto, la naturaleza incontrolable del mar ya no es un enemigo a temer, sino un compañero de viaje respetado, que pone a prueba y al mismo tiempo exalta la resiliencia y habilidad de estos navegantes