A los 72 años cruza el océano Atlántico en un barril.
Ahora hay muchas personas cruzando el Océano Atlántico. Pero aquellos que lo han hecho de manera absurda, afortunadamente, se pueden contar con los dedos de una mano. ciertamente ingresa a esta prestigiosa “elité”, ya que acaba de completar su cruce oceánico en un barril de madera naranja de 10 metros cuadrados, sin motor u otra propulsión, excepto las corrientes, vientos alisios y del del océano.
Jean-Jacques Savin, tiene 72 años y es francés. Es el llamado “pensionista dinámico”: es un atleta de triatlón , que se desempeñó como paracaidista en el ejército y fue piloto de avión.
Su licencia no lo detuvo cuando subió al Mont Blanc para celebrar su 70 cumpleaños.
Luego, para no perder su entrenamiento, cruzó el océano saliendo de las Islas Canarias con destino a algún lugar del Caribe.
Como dijo el “rey de los superyates”, Dan Lenard, recién llegado del océano sin herramientas, “todo lo que comienza desde nuestra mitad del Atlántico, tarde o temprano llega al Caribe”.
Y Savin se encargó de ello y nos lo mostró de manera práctica al tomar 122 días y nueve horas para completar este cruce.
El ex soldado se lanzó al mar desde la isla de El Hierro en las Islas Canarias, para cruzar el Atlántico sacudido solo por el viento y las corrientes.
Lo llevó plemente un gusto por la aventura y un amor por el “sentimiento de libertad”, representado por su bote de barril naranja.
En una embarcación hecha de barril de 2,10 metros de alto y 1,70 de ancho, que puede transportar 300 kg de peso (Savin incluido). El casco fue construido en un pequeño astillero en Arès. En cuanto al trabajo en vivo, el barril está equipado con dos aletas estabilizadoras y también una deriva para no rodar el barril en la superficie del mar. La parte superior tiene una escotilla de domo similar a la de los submarinos, además está equipado con numerosos ojos de buey que le han permitido a Savin mirar a su alrededor.
Su inspiración fué Alain Bombard, un biólogo francés que en 1952 se lanzó al cruce del Atlántico con un velero Zodiac de 4,5 metros, el Hérétique, sin provisiones. Quería demostrar que las personas naufragadas mueren por causas psicológicas y no por falta de alimentos y agua. Logró aterrizar en Barbados (desde Tánger), después de 65 días a la deriva, durante los cuales se alimentó de plancton y bebió agua de mar, calculada para no arriesgarse a morir.