A más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, en un solar rodeado de edificios de La Paz (Bolivia), miembros del pueblo indígena aimara, llegados del lago Titicaca, ultiman la construcción de una balsa hecha exclusivamente de juncos. La misión de la embarcación será cruzar el océano Pacífico, de Sudamérica a Australia, en un intento de demostrar que sus ancestros fueron capaces de completar ese periplo.
El proyecto está liderado por el estadounidense Phil Buck, quien anteriormente ha realizado dos expediciones similares. El plan previsto es soltar amarras el próximo mes de febrero en el Norte de Chile para iniciar un viaje de seis meses de duración a bordo del Viracocha III.
Se trata de una balsa de 18 metros de eslora, similar a la que durante siglos emplearon los aimaras y otros sudamericanos para adentrarse mar adentro en tiempos precolombinos. Buck explica que la tripulación internacional que subirá a bordo usará recipientes para el agua fabricados en bambú y que se alimentará a base de plantas comestibles como la quinua, patatas y del pescado que puedan capturar durante la travesía.
A diferencia de los antiguos navegantes, la tripulación del Viracocha III irá relatando la aventura diariamente a través de las redes sociales. Además, tal y como estipula el Derecho marítimo, el barco estará equipado con GPS y sistemas de navegación.
La primera escala de la expedición está prevista que sea en la remota isla de Mangareva, en la Polinesia Francesa, después de unos 60 días surcando el Pacífico. “Es uno de los lugares más cercanos a Sudamérica, es una navegación a favor del viento y es probable que sea el lugar en el que ellos [los indígenas] hubieran desembarcado”, argumenta Buck. “Hay una leyenda que cuenta que un rey inca llegó a esa isla y regresó a Sudamérica seis meses después”, añade.
Tras Mangareva la embarcación de juncos pondrá a rumbo a Tahití, Fiyi y, finalmente, Sídney (Australia), completando un recorrido de 10.000 millas náuticas.
Las expediciones de Phil Buck están inspiradas en el viaje del explorador y escritor noruego Thor Heyerdahl, quien en 1947 cruzó el Pacífico en la balsa de juncos Kon-Tiki. A principios de este año fue botado el Kon-Tiki 2 para emular aquella aventura, pero el barco acabó hundiéndose debido al mal tiempo y la tripulación se vio forzada a llamar a la Armada de Chile para ser rescatada. El español Kitín Muñoz también se inspiró en Heyerdahl y hasta en cuatro ocasiones se lanzó al mar dispuesto a demostrar que los antiguos nativos pudieron cruzar océanos con sus totoras o balsas de juncos. Sólo una vez, en 1999, logró su cometido; tardó 88 días para completar los 8.000 kilómetros que separan Chile de la Polinesia francesa. Y llegó con sólo un 50% de la embarcación original con la que zarpó junto a su tripulación.