A los 78 años, navegó 2200 kilómetros del río Paraná en kayak
Viajó desde Puerto Iguazú hasta Tigre
Dice que lo que él hace lo puede hacer cualquiera. Pero no es cierto. Porque, a los 78 años, Guillermo Basombrío acaba de concluir un periplo de 2200 kilómetros en kayak por el río Paraná, desde Iguazú y hasta Tigre.
Lleva bien su edad, pese a haber educado 11 hijos y a contar con 30 nietos en su haber. Claro, en su haber también tiene travesías en kayak y en solitario por el Canal de Beagle, la costa norte de la Isla de los Estados, el Lago del Desierto, el lago Argentino, el río Atuel y el río Uruguay.
“Todos mis viajes fueron motivados por hechos de nuestra historia: el fracaso ante los ingleses en la guerra por las Malvinas, la instalación del Faro del Fin del Mundo, la disputa con Chile por los hielos continentales…”, relata.
“El Abuelo” -la clave que usa para identificarse en las comunicaciones por radio- pasó del Sur al Norte para “juntar espiritualmente los mojones del Sur con los tantos y tantos héroes de las provincias litoraleñas, que fueron pródigas en dar sus hijos en defensa de la patria”.
Empezó por el río Uruguay y, el año último, desafió a su “materia pendiente”: el Paraná. En agosto partió en su bote, el “Soledad” (por la isla del archipiélago de las Malvinas), desde Puerto Iguazú.
“Tenía un particular temor. Y planteé mi inquietud a un oficial de la Prefectura, que me dijo: «Abuelo, por tu edad vamos a dedicar este viaje a nuestros coetáneos, para que no se dejen estar. Rotularemos la travesía como Tercera Edad». Fue la primera expedición que no obedeció a un hecho histórico”, recuerda Basombrío.
Atesorar la cordialidad
Durante un mes descendió 1100 kilómetros por las aguas del Paraná, con la sola compañía de sus pertrechos. Sobre el kayak cargaba su carpa, su bolsa de dormir, comida, abrigo, garrafas, los elementos de navegación y los de seguridad.
“Mi bote es amplio, pero debería tener una bodega más para cargar la cordialidad de toda la gente que fui conociendo en mis viajes. Es el mejor recuerdo que guardo de mis navegaciones. Suelo quedarme varios días en las casas de los lugareños que me invitan”, explica.
Pero Basombrío debió interrumpir la travesía por el Paraná por un accidente. A la altura de la ciudad correntina de Bella Vista, resbaló por una pendiente de tres metros de altura; se fracturó el peroné y sufrió esguinces de tobillo, ingle, hombro y codo.
La recuperación tardó meses. “Me sentí vencido y derrotado. Pero decidí continuar por los mensajes de aliento que recibí de decenas de jóvenes que habían seguido mi aventura por un sitio de Internet. “La que comenzó como una travesía por la tercera edad se convirtió en un viaje por la juventud”, resalta.
El 3 de mayo retomó la navegación en Bella Vista y el 27 de junio alcanzó el Tigre. “Terminé con éxito. Quiero que los abuelos sepan que los abuelos pueden”, concluye Basombrío.