El Kitesurf, le cambió la cara a la costa de San Isidro
Aunque ya era muy popular en los lugares de veraneo, el kitesurf es la última sensación en la costa de San Isidro. En días de mucho viento pueden verse más de 100 kites o velas en el horizonte sobre el agua y cada vez son más los que se animan a aprenderlo. Este deporte acuático tiene una mecánica simple: el que lo practica va parado sobre una tabla parecida a las usadas para el surf a la vez que mediante un arnés está sujeto al kite que embolsa viento y se desliza sobre el agua. Para Diego Duverges, director de la escuela Buenos Aires Kitesurf, que funciona en el club El Ombú, en Elcano 994, Acasusso, este deporte tuvo un gran impulso en los últimos cinco años. “Este año acá se ve un 20 por ciento más de kites en el agua que el año pasado; además, cada vez son más las personas que quieren tomar clases”, agregó el instructor. Además de El Ombú, otros clubes ubicados sobre la calle Elcano, desde Alvear hasta Perú, como Puerto Tablas y El Molino, atraen a los aficionados de este deporte. A pesar del rótulo de deporte extremo, los requerimientos para iniciarse no son tantos como podría pensarse. “Es más maña que fuerza. La clave es aprender a manejar bien el viento, dominar el kite y, como tenés un arnés, no se necesita mucha fuerza para poder navegar. Hay que tener un mínimo estado físico porque es necesario nadar un poco. Si alguien no sabe nadar no es recomendable que practique el deporte”, explicó Duverges. Elkitesurf puede practicarse en ríos, lagos o en el mar, aunque navegar en olas exige un dominio mayor de la disciplina. El rango de edades de las personas que lo practican va de 11 a 70 años y, aunque la mayoría son hombres, los instructores y deportistas observan que cada vez son más las mujeres que se suman. Además, personas de muchas contexturas físicas pueden practicarlo, ya que el tamaño del kite varía de manera proporcional al peso de la persona. Según los expertos, los días ideales para practicar kitesurfson aquellos en los que hay viento del Sudeste, especialmente durante los meses de noviembre y diciembre. El fenómeno del kitesurf ya había invadido los principales lugares de veraneo, entre ellos Mar del Plata, Pinamar y Punta del Este. Incluso hay quienes lo practican en lugares más fríos, como en algunos lagos del sur del país. Los riesgos de este deporte tienen mucho que ver con el conocimiento que tenga quien lo practique. Duverges sostiene, además, que el mayor riesgo es en tierra y no en el agua, porque es allí donde están todos los obstáculos, como árboles y piedras. Quienes lo practican sostienen que lo más importante es aprender a dominar el kite antes de entrar al agua. “La persona que no hace un curso corre riesgo de vida y pone en peligro a otras personas porque la fuerza del viento a veces es incontrolable”, dijo Duverges. Además, explicó que si bien el tiempo de aprendizaje depende de las aptitudes de cada persona se necesitan seis clases de una hora para afianzar las herramientas básicas del deporte. Para hacer maniobras más complejas, como saltos o giros, se necesitan no menos de dos años, si se toman clases y luego se practica de una a dos veces por semana, durante todo el año. Con sólo 21 años Juan Manuel Adan Tolomei, dos veces campeón argentino de kitesurf , también enfatizó la necesidad de saber manejar el equipo antes de salir a navegar. “Hay mucha gente que se manda sola y es un deporte que es bastante peligroso. Hay que aprenderlo como se debe.” El equipo de kitesurf cuenta con mecanismos de seguridad. Uno de los más importantes es la pita, o leash, que es el lazo que mantiene unido el kite al arnés y permite que caiga al agua en caso de que fuese necesario. Son muchos los que ven en este deporte un ejercicio liberador e incluso, luego de unos años, una verdadera pasión. Eduardo Elli, de 25, es carpintero y practica kitesurf desde hace dos años. En época de viento favorable, llega a navegar todos los días, según contó. “Me encanta como estilo de vida: es una actividad que se puede hacer acá, donde uno vive y es fácil de aprender. Además, te podés relacionar con otra gente y te da mucho placer, tiene mucha adrenalina cuando lo practicás y todos los días aprendés algo nuevo”, dijo. Adan Tolomei también encontró en el kitesurf no sólo una disciplina en la que cosechó reconocimientos, sino un espacio para compartir tiempo con amigos. A pesar de que actualmente cursa la carrera de Ingeniería, siempre intenta encontrar un tiempo para practicarlo. “Elkitesurf lo podés practicar en todos lados. El equipo lo cargás en una mochila y lo llevás a donde sea que vayas. Es un gran deporte y es supercreativo.” Diego Duverges confesó que, además de que se convirtió en su medio de vida, él es un fanático del kitesurf . “Yo veo que las hojas de los árboles se mueven y esté donde esté ya me quiero ir a navegar”, dijo.Los riesgos
Un estilo de vida