FI 15: los clásicos nunca mueren
Los últimos cuatro supervivientes de los “fórmula 1” de la vela clásica se dan cita en el Club de Mar Mallorca. Más de un siglo después de su botadura siguen ofreciendo un espectáculo inigualable.
La clase 15 metros Fórmula Internacional es, en sí misma, un hito histórico. Tras el nacimiento, el 14 de octubre de 1907 en Paris, de la International Yacht Racing Union (IYRU), la vela mundial acordó la creación de una regla de diseño para que embarcaciones no idénticas pudieran competir en igualdad de condiciones. El resultado fue la formulación la regla de los 15 metros, un enunciado que daba la oportunidad a los diseñadores navales de crear barcos con diferentes esloras y mangas, pero matemáticamente idénticos.
La bahía de Palma, de la mano de la XXIII Illes Balears Clàssics, es testigo estos días de un reencuentro de altura que muy pocas regatas en todo el mundo tienen el honor de albergar. Mariska (1908), Hispania (1909), Tuiga (1909) y The Lady Anne (1912) son los últimos cuatro supervivientes de la clase 15 metros, de los 20 que llegaron a ser construidos.
Estos imponentes veleros, con esloras desde los 22 hasta los 30 metros, pueden desplegar una gran superficie vélica (superior a los 400 metros cuadrados) con la que abrazan la más mínima brisa marina. “Impresiona mucho navegar con todo el trapo. La primera vez que navegué con todas las velas pensé que el barco no aguantaría, todo crujía y hacía ruido, pero están hechos para esto”, reconoce el patrón del Hispania, Axel Rodger.
El Mariska, el más veterano de los cuatro supervivientes, fue el tercero de su clase. Diseñado por William Fife III, y construido en sus astilleros escoceses, el barco fue comisionado por A. K. Stothert, un prominente navegante de la época. Tuvo una vida azarosa: pasó por diversas manos, el plomo de sus quillas se empleó para munición y a punto estuvo de ser convertido en leña. En 2009 los astilleros franceses Charpentiers Réunis Méditerranée, de La Ciotat, se encargaron de la restauración de la embarcación y le dieron una nueva vida llena de gloria, alzándose como el mejor de su clase en el 15 Meter Class Annual Trophy de los años 2011, 2013, 2014 y 2016. Addar Jacques Herni, veterano tripulante del Mariska, señala que competir en un clásico de estas características “es como hacer realidad un sueño, es volver a la esencia de la navegación”.
Dada la espectacularidad de la clase y la gran aceptación que estaba teniendo a nivel mundial, el monarca español Alfonso XIII, gran amante de la vela y armador de barcos de regata, encargó al diseñador escocés Wiliam Fife los planos de un prototipo de 30 metros de eslora que sería construido en España.
De esta forma, en 1909 los astilleros Karpard de Pasajes (Guipuzcoa) dieron vida al Hispania, el segundo, y último, clase 15 metros construido en nuestro país. Para Rodger, su actual timonel, llevar la caña de esta leyenda del mar es una experiencia única. “Es como meterte en una máquina del tiempo, ves cómo se navegaba hace un siglo y valoras aún más toda su historia”. Mallorca ha jugado un papel fundamental en la historia del Hispania gracias a la restauración a la que fue sometido en los Astillero de Mallorca de Palma en 2006.
Aunque sólo se construyeron dos unidades en España, una tercera llegó a la península de la mano de los Astilleros Fife & Son. El Tuiga fue encargado por Luis Fernández de Córdoba y Salabert, décimo séptimo duque de Medinaceli. Este cortesano pidió un hermano gemelo del Hispania (aunque de menor eslora) para poder desafiar en el mar a Alfonso XIII. Cuentan las historias que nunca le ganó la partida o que siempre se dejó vencer.
El azar llevó al barco que desafió a un rey a terminar en manos de un príncipe. En 1994, Alberto de Mónaco adquirió esta joya, ahora barco insignia del Monaco Yacht Club, siguiendo las instrucciones del ilustre navegante Eric Tabarly. En 2015, el Tuiga se coronó como el mejor 15 metros de la temporada.
El último de los supervivientes de esta clase, que estos días puede ser apreciado en la bahía de Palma, es el The Lady Anne (1912), otra de las joyas del Fife. Es, además, el más pequeño de la flota con 22,9 metros de eslora. En 2011 volvió al circuito de vela clásica y en 2012 consiguió alzarse con el trofeo anual de la clase 15 metros. Para el táctico español Juan Luis Paez, estar a bordo del The Lady Anne “significa viajar a otra época, conocer cómo se hacía la vela antes y aprender bien qué es el trabajo en equipo”. Sin ayudas electrónicas ni modernos aparatos de trimado, toda la tripulación participa en las maniobras buscando la perfección en cada movimiento para sacar el mejor rendimiento posible.
La clase 15 metros fue todo un referente en cuanto a velocidad y tecnología a principios del siglo XX. Los cuatro barcos que estos días se dan cita en el Club de Mar Mallorca fueron los “pura sangre” de su tiempo, una generación llamada a dejar su impronta en la historia de la navegación. Lo que seguramente nunca imaginaron sus creadores es que más de un siglo después de su botadura seguirían siendo un referente del diseño naval.