Eduardo Venencio, conocido como El Rulo, falleció víctima del coronavirus a inicios de este año.
Esto trajo incertidumbre y conflictos en pequeña comunidad que vive en el archipiélago de nuevas islas que crece frente a las costas de San Isidro, frente a los clubes náuticos de la zona.
El conjunto de islas y humedales , donde el Delta avanza 60 metros por años, es atravesados por canales y cubiertos de vegetación. Está ubicado entre el río Luján y San Antonio , y los arroyos Anguila y Mojarra.
El Rulo aseguraba que le correspondían 130 hectáreas de esa zona, un paraíso de naturaleza a minutos de lancha de la ciudad.
El justificaba el reclamo de posesión en la ley argentina , que otorga derechos de posesión a la ocupación pacífica ininterrumpida y con mejoras de un terreno, y como jefe de una familia que hace varias generaciones vive y trabaja en la zona, contribuyendo a hacer habitables los terrenos plantando árboles para fijar la tierra y haciendo canales.
Nunca inició el trámite de usucapión , pero ejercía de autoridad en la zona. Él cedía los derechos de terrenos de 25 metros de frente por 30 de fondo a 150.000 pesos, con muelle incluido.
Venencio tenía como enemigo a la municipalidad de Tigre, a cuya jurisdicción corresponde gran parte del territorio reclamado por Venencio, y San Isidro, que tiene un sector menor.
En octubre pasado, embarcaciones de la Prefectura Naval y de la Policía de Islas bloquearon los extremos del arroyo Anguila mientras una cuadrilla de hombres comenzó a desmontar los muelles. Tigre hizo una denuncia penal contra Venencio y los ocupantes.
Un abogado ambientalista, Enrique Ferreccio, hizo lo propio contra la municipalidad por supuestos excesos en las maniobras para desmontar los muelles. Muchos decidieron que ya no van a reclamar la titularidad por usucapión de los terrenos que ocupan.
Al ser un territorio bajo y aún en formación, esa zona no está consolidada y, por lo tanto, nadie puede reclamar su titularidad.
La estrategia de los pobladores ahora es reclamar que sea tierra de uso público. Ellos quedarían como ocupantes, sin derechos para vender, ni a dejar en herencia. Dicen que aspiran a vivir en armonía con la naturaleza y crear un santuario ambiental abierto al público y ajeno a las especulaciones inmobiliarias.
Venencio tenia 15 hermanos, y 11 hijos de 5 mujeres; entre ellos se definirá el futuro de la zona