Un barco vikingo, que con sus 34 metros de eslora es el más grande construido en tiempos modernos, está demostrando que los exploradores nórdicos pudieron ser los descubridores del Nuevo Mundo hace más de 1.000 años. Al menos, eso afirman desde este proyecto que el pasado 24 de abril emprendió un cruce del Atlántico Norte desde Noruega a Terranova y Labrador (Canadá).
Bajo unas condiciones de vida a bordo nada plácidas, la tripulación, formada por 32 personas entre marineros y equipo de grabación, reconoce que la travesía, de cinco semanas de duración y con escalas en Islandia y Groelandia, ha sido dura. No sólo por las adversas condiciones meteorológicas y los abundantes icebergs que han tenido que sortear hasta alcanzar la costa atlántica canadiense, sino también por la estructura de la embarcación. Se trata de un barco abierto, sin una cabina preparada para alojar a los ocupantes, por lo que el descanso (la tripulación se divide en dos grupos para trabajar en turnos de cuatro horas) se realiza bajo una carpa debajo de la vela. El constante olor a alquitrán, usado en los cabos, tampoco ayuda a disfrutar del viaje.
El barco fue botado con el nombre de Draken Harald Harfagre en homenaje a Harald I de Noruega, el primer rey del país nórdico que unificó pequeños reinos rivales en uno solo. El empresario Sigurd Aase es el promotor del proyecto y el armador de la nave.
A través de un programa de investigación arqueológica experimental y con la participaron de los principales expertos de Noruega en embarcaciones tradicionales, la construcción comenzó en 2010 y se prolongó durante dos años. Finalmente y tras trabajar artesanalmente la madera de roble, el Harald Harfagre salió del astillero con 34 metros de eslora, 8 de manga, un desplazamiento de 80 toneladas y casi 300 metros cuadrados de superficie vélica. Eso sí, el velero disfruta a bordo de sistemas de navegación modernos y siempre va acompañado por un barco auxiliar.
Durante 2012 y 2013 se realizaron diferentes pruebas por las costas noruegas para comprobar la resistencia del Draken Harald Harfagre de cara a afrontar el épico cruce del Atlántico. Cientos de personas se presentaron para formar parte de la aventura, por lo que hubo que realizar varias pruebas de selección para escoger a la treintena de tripulantes.
La travesía aún no ha terminado, ya que en los próximos meses tiene previsto seguir navegando para hacer escala en otros puertos de la costa canadiense y de Estados Unidos. No es la primera vez que un barco vikingo realiza esta ruta, pero sí es la primera vez que la aventura se comparte en tiempo real con el mundo a través de las redes sociales y con un equipo que va documentando el viaje más épico de un barco vikingo en el siglo XXI.