Conocer el mar para encontrar respuestas
“La respuesta está en la naturaleza” es el lema del Día Mundial del Agua de este año. Los navegantes oceánicos bien lo saben y la FNOB seguirá contribuyendo a que la conozcamos cada vez mejor para seguir aprendiendo de ella
La vela oceánica, y en especial una vuelta al mundo, es un banco de pruebas inmejorable para proyectos de investigación científica con este objetivo. Este ha sido desde siempre uno de los ejes de trabajo de la FNOB que con vistas a la próxima Barcelona World Race se potenciará con nuevos proyectos oceanográficos y climáticos, para conocer más el mar, la naturaleza y la vida.
Hay una sola agua en la Tierra. Más de 1.380 millones de kilómetros cúbicos (km3) que han permanecido prácticamente inalterables desde que se formó nuestro planeta. El agua del mar ocupa el 96,5 % de este inmenso volumen, es decir, unos 1.331 millones de km3.
Toda el agua dulce que conocemos proviene de un ciclo que se inicia por la evaporación del agua de los mares. Este proceso se genera absorbiendo la mitad de la energía del sol que incide en la superficie terrestre. El agua evaporada pasa a la atmósfera donde ocupa alrededor de 12,900 km3, lo que supone el 0,001% del agua del planeta. Es una proporción minúscula del agua total, pero es vital para nosotros: una parte de ella, tras condensarse o congelarse, vuelve a la superficie de la Tierra en forma de lluvia, nieve o granizo, y así se permite la vida.
Si a escala planetaria el ciclo del agua es pequeño, a escala de la biosfera es enorme, y sus alteraciones, por pequeñas que sean, tienen un efecto notable: sequías e inundaciones, huracanes y tifones, deshielo polar… son fenómenos cuya intensidad y frecuencia están variando notablemente y de los que la ciencia aún sabe poco.
El cambio climático está causando una alteración en el ciclo del agua que afecta no sólo a la atmósfera. La disminución de la masa de hielo polar está causando, además de la alarmante subida del nivel del mar, alteraciones en las corrientes marinas de consecuencias todavía inciertas según los oceanógrafos, ya que estos movimientos oceánicos condicionan tanto las precipitaciones como la fuerza y la trayectoria de fenómenos meteorológicos extremos, y además son clave para el equilibrio de la fauna marina.
Por otra parte, hace varias décadas que la ciencia ha comprobado que las aguas del mar absorben CO2 de la atmósfera, el principal gas de efecto invernadero. De hecho, el agua del mar contiene 50 veces más CO2 que el que existe en la atmósfera. El CO2 es un gas acidificante y se calcula que desde principios del siglo XIX, ha causado que el pH de los océanos ha pasado de 8,17 a 8,10, y si las emisiones de CO2 no cesan puede llegar a 7,95 en 2050 (El pH 7 es neutro, por debajo de 7 es ácido y por encima de 7 es básico o alcalino). Cuando más alcalina sea el agua del mar más capacidad tiene para capturar CO2, es por ello que los científicos temen que este proceso de acidificación colapse algún día la capacidad del océano de capturar CO2, lo que aceleraría el cambio climático con consecuencias imprevisibles en la actualidad.
Tenemos que conocer más el mar, su dinámica y cómo reacciona a la contaminación. Es imprescindible para encontrar respuestas y soluciones que nos ayuden a la mitigación y la adaptación al cambio climático, para cuidar el agua que es una y vital.