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Copa del Rey Panerai, cinco campeones

Cinco campeones para una Copa del Rey Panerai de lujo

Hallowe’en (1926) vence por primera vez en Big Boats tras una última regata casi perfecta disputada con olas de dos metros. Linnet (1905), en Época Cangreja; Cippino (1949), en Época Marconi; Ardi (1968), en Clásicos, y Calima (1970), en Espíritu de Tradición, completan el cuadro de honor.

Una gran regata final coronó al Hallowe’en (1926) como campeón de la Copa del Rey Panerai de barcos de época en la clase Big Boats. El velero de Inigo Strez realizó una tercera y última manga casi perfecta y se impuso en tiempo real y en compensando a su principal adversario, el Moonbeam IV (1914), que tuvo que conformarse con plata.

A pesar de su menor eslora, la embarcación ganadora, que navega por el Royal Irish Yacht Club (RIYC) y en cuyo historial figura haber ostentado durante 13 años (de 1926 a a 1939) el récord de la regata Fastnet, fue la más veloz de la flota de grandes esloras y completó las 15,26 millas de la travesía costera montada por la organización frente a la costa levantina de Menorca en 2 horas, 17 minutos y 32 segundos, lo que tras la aplicación de la fórmula correctora se tradujo en 38 minutos de ventaja sobre el Moonbeam IV, patroneado por Mikael Creach, que no pudo repetir el triunfo de 2011 y 2015. La regata final se disputó con viendo de entre 15 y 18 nudos del NE, rolando a levante, y olas de más de dos metros.

El Nordwind (1939), el barco construido por la Marina de Guerra alemana al principio de la II Guerra Mundial, fue tercero, después de que el Moonbeam of Fife (1903) renunciara a participar en la última prueba debido a la rotura de un obenque el pasado viernes.

“Nuestro plan siempre es ganar pero no siempre se cumple. La tripulación está muy contenta. Vencer a los dos Moonbeam supone un gran logro. Ha sido una regata fantástica y nuestra intención es regresar el año que viene a defender el título. Ahora nos vamos a celebrar la victoria con una cerveza”, declaró Inigo Strez al llegar a puerto. El Hallowe’en fue el barco preferido de su diseñador, William Fife III, quien se refería a él como “una joya perfecta”. Uno de sus tripulantes ilustres fue el entonces príncipe Olaf de Noruega.

Para Patrizio Bertelli, co-propietario del imperio de la moda Prada y Challenger of Record de la Copa América, lo que importa cuando se participa en una regata es ganarla. Lo dijo hoy, momentos antes de hacerse a la mar a bordo de su barco clásico, Linnet (1905), un NY30 de 13 metros de eslora diseñado por Nathanael Herreshoff, y lo ejemplificó en el mar, al imponerse con suma autoridad en la clase Época Cangreja (barcos botados hasta 1950 con aparejo trapezoidal) al Chinook (1916) y al Olympian (1913), segundo y tercero, respectivamente.

La embarcación de Bertelli, quien se confesó “enamorado” de Menorca y sus aguas, completó un parcial de 3-1-2 y y aventajó en cinco puntos a su más inmediato perseguidor. Era la primera vez que competía en la Copa del Rey Panerai, pero no será la última: “Es una regata muy bella y bien organizada”.

En la clase Época Marconi (veleros hasta 1950 con aparejo de vela triangular) ganó con claridad el Cippino (1949), de Daniel Sielecki, que navega bajo pabellón del Yacht Club Argentino. Se adjudicó las tres regatas de la Copa Panerai y se coronó como el mejor barco del circuito nacional de clásicos, tras sus victorias en el Trofeo Puig Vela Clásica de Barcelona y la Regata Illes Balears Clàssics del Club de Mar Mallorca. El Comet (1946), de William Graham, y el FJord III (1947), patroneado por German Frers, no inquietaron al Cippino, cuya tripulación está liderada por el ex regatista olímpico Martín Billoch.

“Queríamos ganar y contábamos con una buena tripulación, pero aquí nos hemos enfrentado con los mejores barcos del mundo en esta clase. Sabíamos que este barco, que es gemelo de Fjord III, era un buen barco y está dándonos muy buenos resultados. Ganamos en Barcelona y en Mallorca pero sabíamos que aquí sería más difícil. Estamos muy contentos pero ahora nos toca seguir, aún nos quedan cuatro regatas (Mónaco, Niza, Cannes, Saint-Tropez) antes de volver a casa”, manifestó el patrón del Cippino.

El Ardi, un One Ton de 1968 diseñado por Aberking y Rasmussen, se alzó con la victoria en la categoría de clásicos (veleros botados entre 1950 y 1975), donde se dieron cita 20 embarcaciones, gracias a una buena última manga en la que sólo fue superado por Il Moro di Venezia (1975). El Argos (1964), de Bárbara Trilling, que había llegado a la jornada definitiva empatado a puntos con el Ardi, tuvo un mal día y cruzó la línea de llegada en séptima posición, quedando relegado a la tercera plaza de la general. El Guía (1967) obtuvo la plata gracias a que hoy aguantó el tipo y fue cuarto

Fabio Conti, armador del Ardi, aseguró que la tripulación estaba confiada en ganar la Copa del Rey: “Cuando nos acercamos a la Isla del Aire ya vi que teníamos la oportunidad de ser campeones. Es la primera vez que venimos y estamos muy contentos. Poder hacer las llegadas dentro del puerto es emocionante. Hemos competido contra unas tripulaciones fantásticas. Aún siendo una competición, es realmente bonito ver a todos estos barcos. No se trata de ganar o perder, se trata de estar aquí todos juntos y dar espectáculo. Repetiremos seguro.”

El Calima (1970), rey de reyes de la Copa Panerai de Mahón, escribió hoy una nueva página en su increíble palmarés. El barco de Javier Pujol, un Sparkman & Stephens construido en los astilleros españoles Carabela, ganó la última regata de la competición en la clase Espíritu de Tradición y sumó su undécimo triunfo en la prueba más importante del circuito de español de barcos clásicos y de época. Peleó hasta el último bordo con el Lohengrin (1974), que terminó segundo, y el Legolas (2003), que obtuvo el bronce.

“Estamos muy contentos de haber vuelto a ganar. Felicitamos a la organización por cómo se establecieron los campos de regata. La regata de hoy nos salió bien, el primer giro en la boya de desmarque resultó perfecto y, con 18 nudos, el barco respondió al máximo. Habíamos anunciado que íbamos a navegar con cabeza, y en cabeza quedamos”, explicó Alejandro Guasch, patrón del Calima.

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