Por J. Aguadé
Cole Parada: «Seguramente he navegado más en Palma que en Buenos Aires»
«En Mercurio nos centramos mucho en el trabajo fuera del agua y eso es clave»
Mariano ‘Cole’ Parada (Buenos Aires, 1970) es, sin duda, uno de los regatistas más completos del mundo. Su larguísima carrera profesional y su inquietud por seguir creciendo y aprendiendo en esta profesión han hecho del argentino un activo definitivo en cualquier proyecto que quiera ganar. Su valor es tan importante dentro como fuera del agua y, también, en la lancha como entrenador donde tiene marcado a fuego el emotivo oro olímpico de Santiago Lange en los Juegos de Río de Janeiro. Ahora está centrado en el proyecto Azzurra que está liderado por su hermano Guille y que es actual ganador del circuito 52 Super Series.
Ja, ja, ja, no creo que enciclopédico, pero es cierto que tras muchos años dedicado a este deporte uno intenta ir adquiriendo distintas capacidades y seguir creciendo. Soy muy curioso, y me apasiona entender el porqué de las cosas. Esta inquietud me llevó a involucrarme en el desarrollo tecnológico de los barcos en los que navego.
¿Toda una vida ligada al mar y a la vela de competición le hacen ser un regatista completo?
Uno se va formando en base a los proyectos y oportunidades que se van presentando. Creo que soy bastante completo en cuanto a la variedad de posiciones que puedo desempeñar abordo, si bien me he especializado en la zona de popa de los barcos, mayormente como táctico, estratega o trimmer. En cuanto a tipos de competición, creo que me quedó una cuenta pendiente con la Vuelta al mundo que me hubiera fascinado hacer y no pude. Si bien aguanto bastante físicamente, hoy por hoy no cuento con experiencia, ni soy joven. Pero si alguien lo suficientemente loco me lo ofrece… ¡Me apunto!
Usted está cerca de los 50 años, ¿es esta capacidad para la multitarea la que le permite seguir el máximo nivel de la vela mundial?
Considero que es muy importante mezclar y hacer distintas cosas. Hay que proponérselo voluntariamente, ya que el profesionalismo tiende a la especialización. Es algo que siempre aconsejo a los más jóvenes cuando hago de entrenador, que naveguen en todo lo que puedan, en distintos tipos de barcos, en distintas posiciones, foiling, barcos de orza o quilla, match-race… Todo suma y de cada especialidad te llevas algo para hacerte más completo. En determinados momentos, tener más herramientas te facilita la vida.
Porque no me negará que cada vez en los circuitos de vela profesionales la edad media va subiendo
Es cierto, quizá se deba a que la mayoría de los circuitos profesionales son con barcos de quilla, donde el aspecto físico está más nivelado con la experiencia y la especialización que hablábamos antes. Hay recientemente otros circuitos profesionales con barcos ‘foileadores’, donde la edad promedio es bastante más baja.
¿Dónde y cómo comienza a navegar Cole Parada?
¡Dentro de la panza de mi madre! Mis padres tenían barco y nos llevaron a navegar apenas nacidos. Creo que el primer optimist lo tuvimos a los 4 años. En aquella época, sólo navegábamos dentro del club (sin competir). Cuando cumplí 8 años empezamos a competir en Cadete junto a mi hermano Guille y lo hice durante 8 años. Tengo una foto en casa muy simpática del mundial de Laredo en el 86, en la que estoy con unos cuantos argentinos y Gonza Araujo, Juan Messeguer y David ‘Pañales’ Madrazzo, de quienes soy gran amigo hoy en día, más de treinta años después.
Una carrera deportiva a veces unida y a veces en paralelo con su hermano Guillermo.
Guille y yo nos peleábamos, como todos los hermanos, hasta que juntos empezamos a andar bien en Cadete. Nuestro gran primer logro deportivo fue ganar el Mundial del 83, y eso nos unió mucho. Seguimos cada uno su carrera, y yo en el 92 me mudé a España. Empecé como entrenador en La Coruña y Vigo, y di mis primeros pasos en el profesionalismo. Navegué durante muchos años con Vicente Tirado, a quien le debo mi carrera. Esporádicamente nos cruzamos con Guille en diversos proyectos e inicialmente competíamos mucho y llegamos a pelearnos, pero luego entendimos que no tenía sentido y volvimos a ser los grandes amigos de siempre, hoy inseparables. Él se hizo cargo de los proyectos de la familia Roemmers y de tanto en tanto yo me juntaba con ellos. Fue a partir del proyecto Matador en TP52 que se transformó luego en Azzurra, que navegamos juntos con continuidad. Incluso lo hacemos por diversión en J/70 y lo disfrutamos muchísimo sin la presión profesional de por medio.
Creo que fue vital el compromiso de la familia Roemmers como armadores, que apostaron a formar un equipo y recorrer el camino. Esto nos hizo aprender juntos de los errores, recuerdo en los primeros años frustrarme al final de los campeonatos, cuando no conseguíamos dar el salto para realmente optar al triunfo, y pegarle a paredes. Me decía que no eran mejores que nosotros. Pagamos el precio de aprender, trabajamos muy duro, y eso nos unió como equipo. Disfrutamos mucho de estar juntos y es de las cosas que más extrañamos estos días, ya que en Argentina continuamos con la cuarentena.
Uno de sus mayores logros ha sido su faceta de entrenador de clases olímpicas. ¿Qué significó para usted el oro de Santiago Lange en Brasil?
Tenemos una relación de amistad muy profunda. Conozco a Santi desde que tengo 13 años, fue nuestro entrenador cuando ganamos aquel mundial de cadete con Guille. Más adelante, vivimos simultáneamente en España y fue él quien me presentó a Vicente Tirado, compartimos mundiales de Snipe que ganamos juntos, y fuimos juntos en Tornado a los JJOO de Sydney. Conocernos de este modo, facilitó que junto a Ceci Carranza, Mateo Majdalani y Daniel Espina, formásemos un gran equipo. Esto ayudó mucho ya que el camino a Río no fue sencillo, pero quizá la operación de Santi ocho meses antes de los juegos (fue operado de cáncer de pulmón) y su recuperación, nos focalizó y consolidó fuertemente. Sabiendo los años que Santi llevaba intentándolo, verlos subir al podio con Ceci fue algo indescriptible. Tal vez el logro deportivo que más valoro, más allá de que no estaba físicamente arriba del barco.
España es mi segundo hogar, o más que eso. Viví 10 años sólo, y uno más en familia durante la Copa América del 2006 (donde fui entrenador de Victory Challenge). Pero más allá de eso, es el país donde me desarrollé profesionalmente y coseché gran cantidad de amigos. A Palma debo haber viajado cerca de 80 veces y seguramente he navegado más veces allí que en Buenos Aires. También participé en 23 o 24 Copas del Rey, ¡Casi para que me den ya el trofeo Memorial Cole Parada!… Sin duda le debo mucho, España es un sitio que amo y le estoy sumamente agradecido. ¡No descarto vivir nuevamente en vuestras tierras!
Tantas competiciones en España y Europa a qué le han hecho renunciar porque usted sigue viviendo en Argentina donde está radicado.
No siento haber renunciado a nada. Sinceramente me siento un privilegiado. Si bien son muchas horas arriba de un avión, el tiempo con la familia lo tengo repartido en forma distinta con ellas, ya que cuando estoy en casa estoy el 100% del tiempo disponible. Ellas lo entienden y me apoyan. Tal vez algún cumpleaños o fecha especial que me echan en cara de vez en cuando, pero hoy que estoy en casa por la cuarentena me preguntan cuándo me voy de vuelta a una regata!
Como ya hemos hablado antes de Azzurra me permito ahora preguntarle por la influencia de la familia Roemmers en su carrera profesional.
Sin duda trasciende al ámbito del Azzurra y es fundamental… Yo no empecé mi carrera con ellos, me uní en el camino. Las enseñanzas recogidas gracias a sus proyectos (que empezó mucho antes que el Azzurra, con sus Maximizer, los Alexias, los Matadores, etc), formaron a gran parte de los regatistas argentinos y sudamericanos, que nos vimos directa o indirectamente influenciados con estos conocimientos. Sin ellos sería impensable hoy en día imaginarse el profesionalismo en nuestras tierras.
Desde la empresa Mercurio han hecho un gran papel por la vela argentina.
En Mercurio nos esforzamos mucho por llevar adelante los proyectos, el trabajo de tierra es mucho mayor al del agua, y es clave. Lo hacemos con gran pasión e intentamos aprovechar al máximo nuestras oportunidades, por las que estamos muy agradecidos.
¿Se puede decir que Mercurio y Azzurra están en el top del desarrollo tecnológico aplicado a la vela de competición?
Creo, modestamente, que es un poco exagerado. De todo el espectro de la vela, nos desenvolvimos en una clase en particular. La Copa América y los IMOCA 60 son barcos con un espíritu más cercano al desarrollo. Dicho esto, hemos tenido una trayectoria interesante en cuanto a resultados dentro de la Med Cup y Super Series, y hemos desarrollado el que considero, el mejor barco de la categoría. Los TP52 dentro de las 52 SUPER SERIES son muy interesantes en cuanto al desarrollo técnico, y te ves obligado a innovar permanentemente dentro de las reglas, investigando acerca de apéndices, mástil, velas, reglajes, software, etc. Si no lo haces, lo pagas caro en el agua. Lo cierto es que nos apasiona lo que hacemos, somos muy afortunados por compartirlo con grandes amigos. Al levantar la vista, ves las caras de siempre (ahora canosos y con alguna que otra arruga), pero nos brillan los ojos al discutir las mismas preguntas otra vez: ¿Cómo podemos ser más rápidos?, ¿Qué podemos hacer mejor?.