Que un medallista olímpico y un arquitecto naval de prestigio se unan para crear una nueva raza de supercatamaranes de lujo es para tomárselo en serio. No se trata de los trazados de un diseñador novel que aspira a sorprender con un concepto quimérico, sino de un proyecto exclusivo que busca seducir a clientes dispuestos a navegar en una embarcación única, eso sí, desembolsando una cantidad ingente de dinero.
“Este concepto de supercatamarán es fascinante porque no existe nada parecido que combine tanta funcionalidad, estabilidad y plataforma con un rendimiento increíble”, explica el regatista australiano Mitch Booth, quien se ha unido al diseñador de barcos de lujo Malcolm McKeon para fundar la marca BlackCat, registrada recientemente en España. “El espacio habitable tiene la friolera de 340 metros cuadrados, esto en un velero de 50 metros; algo que no se ha hecho hasta ahora”, añade.
Para Booth, la apuesta por los grandes multicascos de crucero es una “progresión lógica” en la industria de superyates por las diferentes ventajas que este tipo de embarcación presenta respecto a los monocascos, tales como velocidad, espacio, poca escora o confort. Para su socio McKeon, la introducción de catamaranes en la Copa América está sirviendo para aumentar el interés por estos barcos, permitiendo más investigaciones en diferentes áreas.
En BlackCat cada diseño estará hecho a medida, dependiendo de los gustos y necesidades de sus clientes. A diferencia de la mayoría de embarcaciones de eslora similar, el catamarán estará fabricado completamente en fibra de carbono, por lo que será más ligero, veloz y consumirá menos combustible. Esto, unido a toda la tecnología de vanguardia en los sistemas de navegación, también facilitará que la tripulación sea menos numerosa ya que se requieren menos manos para domar a la bestia.
Ya en la superestructura encontraremos una gran cantidad de cristales, proporcionando una generosa entrada de luz y una sensación de amplitud en el interior. Según los estudios de la firma, sus creaciones podrán alcanzar hasta 30 nudos de velocidad. El escaso calado permitirá, además, adentrarse en aguas poco profundas.
La cubierta principal es la mayor zona social, reservada al esparcimiento y a la celebración de fiestas. El diseñador se ha cuidado mucho de dejar un espacio diáfano y sin apenas elementos de navegación por el medio, configurando espacios bien protegidos para cuando las condiciones meteorológicas inviten a resguardarse.
En cuanto lleguen los primeros pedidos, BlackCat sacará a concurso el proyecto para ver qué astillero -así como el resto de empresas y proveedores necesarios- asume el reto de dar forma a una embarcación al alcance de unos pocos amantes del mar y del lujo. No ha trascendido hasta la fecha el precio de la nueva criatura, pero el millón de euros que el propietario de un superyate paga como media por cada metro de eslora de su barco se antoja insuficiente en este caso.