Armel Le Cléac’h, gano la Vendée Globe en 74 días
Armel Le Cléac’h ha sido coronado este jueves como nuevo rey solitario de los océanos tras vencer en la octava edición de la Vendée Globe. A bordo del Banque Populaire VIII el navegante francés ha completado la vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas en 74 días, 3 horas, 35 minutos y 46 segundos, mejorando en casi cuatro días el récord de la regata, establecido en 2013 por François Gabart. El nuevo campeón ha completado un total de 27.455 millas a una velocidad media de 15,43 nudos desde su salida de Les Sables (Francia) el pasado 6 de noviembre. Una salvajada.
Le Cléac’h es conocido desde hace años como El Chacal por su astucia, voracidad, agresividad y por ser tremendamente calculador. Y lo cierto es que ha hecho honor a su apodo a lo largo de toda la regata. Supo aguantar con sangre fría en el grupo de cabeza desde la misma línea de salida, descendiendo por el Atlántico sin importarle demasiado aparecer en los partes de posiciones por detrás de otros favoritos.
Ya en el primero de los tres grandes cabos que la flota debe dejar a babor, en el de Buena Esperanza (Sudáfrica), el patrón del Banque Populaire VIII se encontraba en un escenario propicio para iniciar el asalto a la victoria porque casi todos sus rivales directos -Vincent Riou (PRB), Sebastien Josse (Edmond de Rothschild) o Morgan Lagravière (Safran)- habían quedado fuera de combate. Alex Thomson seguía en pie, defendiendo el liderato con uñas y dientes, pero con su barco herido: navegaba con el ‘foil’ de estribor del Hugo Boss dañado. Le Cléac’h era consciente que un ataque certero en el momento adecuado podría hacer inclinar la balanza a su favor.
Fue el pasado 3 de diciembre, justo el día que su hijo Edgar cumplió seis años y todavía en el océano Índico, cuando Armel Le Cléac’h atacó al Hugo Boss, lo superó y comenzó a poner millas de por medio. Había dejado de ser un chacal para convertirse en un guepardo. En el Cabo de Hornos, disfrutaba de una ventaja de 820 millas (1.520 kilómetros) sobre Thomson.
Pero la Vendée Globe no había terminado en el regreso al Atlántico. Ni mucho menos. Al Banque Populaire VIII le costó escapar del anticiclón de Santa Helena y de los doldrums (calmas ecuatoriales), lo que el británico aprovechó para situarse a menos de 100 millas del líder.
El duelo a cara de perro se ha mantenido hasta 24 horas antes de cruzar la línea de meta en Les Sables d’Olonne. Que después de 70 días de competición ininterrumpida sobre un terreno de juego de 40.000 kilómetros el primer y segundo clasificado hayan estado separados por menos de 100 en su aproximación a meta demuestra la intensidad de la batalla librada por ambos.
Ya en la noche del pasado miércoles Alex Thomson reconocía que, salvo una improbable rotura del barco rival, ya no podía dar caza al francés. Desveló que a los daños del foil se sumó en los últimos días una avería en el piloto automático que le impedía navegar con el mejor ángulo. “Ya no me preocupa la llegada, sólo quiero dormir”, se lamentaba a bordo del Hugo Boss. Le Cléac’h también ha reconocido problemas técnicos, pero apenas ha dado pistas sobre el estado de su velero. Abogó por el silencio para no dar pistas ni alimentar de esperanza a su gran adversario.
El nuevo campeón de la Vendée Globe se desquita así de los dos segundos puestos cosechados en las ediciones 2008/2009 y 2012/2013. Pese a la igualdad mostrada por el Banque Populaire VIII y el Hugo Boss, no es la diferencia más ajustada en la historia de la Vendée Globe: en la anterior edición el mismo Armel Le Cléac’h cruzó la línea de meta tres horas y 17 minutos después del François Gabart. A Thomson se le esperaba en la madrugada del viernes.
¿Quién es Le Cléac’h?
El campeón de la Vendée Globe 2016/2017 es el mejor ejemplo de qué significa la vela oceánica en Francia. Nació hace 39 años en Saint-Pol-de-Léon, en la región de Bretaña. Cómo no, el salitre pronto empezó a recorrer por sus venas; de niño creció navegando en el barco de sus padres por la costa atlántica; con nueve años se estrenó en clase Optimist y a los 17 era ya un regatista profesional con ganas de alejarse cada vez más de tierra firme.
Con la llegada del siglo XXI Le Cléach despuntó definitivamente tras su victoria en la Solitaire du Figaro (2003) y su segundo puesto en la Transat AG2R. Alain Gautier, otro ilustre de la vela y ganador de la segunda edición de la Vendée Globe, no dudo en escogerlo como su sustituto a bordo del trimarán Foncia. Con ese multicasco, Armel sufrió la cara más cruel de la vela oceánica al volcar durante la Transat Jacques Vabre de 2005. La tripulación pasó varias horas en el agua hasta que pudo ser rescatada. Por supuesto, ese episodio no le amilanó en su propósito de triunfar como navegante.
Con talento, hambre y una proyección incalculable, Le Cléach se convirtió en objetivo de los patrocinadores. En Francia, con una envidiable cultura de la vela, algunas empresas apuestan por jóvenes navegantes y no dudan en desembolsar grandes sumas de dinero para dar viabilidad a los proyectos. Brit Air fue su mecenas y con él se estrenó en la clase IMOCA. Ya en 2008, se alistó a la Vendée Globe, finalizando en segunda posición por detrás de Michel Desjoyeaux. Nunca antes un novato había llegado tan alto en la vuelta al mundo en solitario y sin escalas.
Dicen de él que sus estudios universitarios de ingeniería física le sirvieron para ir puliendo un estilo de navegación elegante, algo frío y sin apenas errores. Banque Populaire le fichó en 2011 y le situó entre las grandes potencias de la navegación en solitario. En 2013 volvió a quedar segundo en la Vendée Globe tras un brutal cara a cara oceánico contra François Gabart. Fue todo un varapalo para él. Ahora ha podido espantar a sus fantasmas conquistando al fin la regata más brutal que existe.