Aliaga: el cementerio de los cruceros
Fuente: Caribbean News Digital
La crisis de Coronavirus ha golpeado a la industria de los cruceros con fuerza y muchas compañías de cruceros se han visto obligadas a vender algunos para convertirlos en chatarra, pese a estar todavía en perfectas condiciones para la navegación.
Hay muchos chirridos y rasguños mientras los cascos de acero se rozan entre sí, y el último barco quedó literalmente atascado en el medio.
Estos buques, que una vez que valieron cientos de millones de dólares cada uno -Carnival Imagination, Carnival Inspiration, Carnival Fantasy, Monarch of the Seas y Sovereign of the Seas, estos dos últimos de Royal Caribbean- ahora han sido vendidos como chatarra.
“La principal razón por la que los cruceros vienen a nosotros es por la crisis de COVID”, dice Ersin Kaptan, Director General de la Asociación de Recicladores de Buques de Turquía.
Los astilleros de Aliaga en Turquía están pasando por su mejor año desde que la crisis financiera mundial paralizó la industria naviera griega. Esta vez, parte de las flotas de cruceros de todo el mundo están siendo llevadas a Turquía.
Sólo en este puerto, se espera que casi un millón de toneladas de chatarra se puedan recuperar este año. El 98% de los barcos pueden ser convertidos en chatarra. El resto, incluyendo las luces y los chalecos salvavidas, se venden.
Los barcos llegan como si acabaran de terminar una gira, algunos con muebles. Como la mayoría de estos barcos está siendo desguazada 15 años antes del final de la vida útil de los mismos, la industria los considera “material verde”, o sea, libres de materiales nocivos, como el amianto.
Hace apenas unos meses, los cruceros se consideraban el sector de mayor crecimiento de la industria turística, con un valor de más de 200 mil millones de dólares.
Pero los barcos de todo el mundo se vieron obligados a entrar en hibernación a principios de este año, golpeados por la pandemia de la COVID-19.
Unos 1.300 obreros comienzan a consumir los barcos en el proceso de desguace, y tardarán unos ocho meses en completar el desarme de cada uno de estos gigantes, los mismos que hicieron felices a millones de pasajeros en vacaciones de ensueño en el mar.