Claves para ahorrar combustible
Cuáles son las normas básicas para mejorar el consumo y aumentar la autonomía sin hacer grandes inversiones.
POR Revista Weekend MARTÍN D’ELÍA
La generación actual de motores para uso en la náutica deportiva es de alta tecnología, tanto los dentro-fuera como los fuera de borda, lo que ha reducido de forma radical los consumos en los últimos diez años. Para que esta disminución se mantenga así, hay que tener en claro una serie de premisas, por ello prestaremos atención a todo lo que pueda suponer un aumento de los consumos, como la suciedad del casco, el estado de las hélices, la carga a bordo, las condiciones de la mar, el régimen de RPM o el tipo de conducción, entre otros aspectos.
- Mantener limpia la obra viva o fondo. Un casco sucio y afectado por el caracolillo que se puede llegar a adherir con el tiempo –incluso en una carena pintada con antifouling–, frena notablemente el avance de la embarcación, obligando al motor a trabajar a un régimen más alto para mantener una velocidad similar a la que alcanzamos con el casco limpio. Igual problema sucede con las hélices, que se afectan antes si las mantenemos mucho tiempo paradas. Este aumento de RPM supone un incremento del consumo, por lo que se hace imprescindible revisar periódicamente el estado de la hélice y limpiar los fondos, al menos una vez al año, aunque en zonas más calientes –como el norte de nuestro país– se recomienda hacerlo más a menudo.
- Mantener el motor en condiciones. Un equipo en mal estado, sin mantenimiento, aumenta el consumo significativamente respecto de los parámetros indicados por el fabricante para el mismo modelo nuevo. Por ejemplo, cuando el gasoil está en mal estado dentro de los filtros o tanques, y llega a los inyectores, también las bujías o carburadores descompensan el correcto funcionamiento del motor y de la mezcla de combustible, aumentando el gasto de forma inusual.
Para evitar estos inconvenientes, es muy importante antes de empezar la temporada o, especialmente con un buen margen de tiempo previo a iniciar las vacaciones estivales, que revisemos en primer lugar si todo va correctamente, desde el ruido del motor hasta pequeñas pérdidas o manchas, pasando por su respuesta a los cambios de régimen, la emisión de humos excesivos o que alcance las velocidades precisas. También controlaremos los niveles de aceite de motor y transmisión, así como la limpieza de todos los filtros. Es recomendable consultar a un mecánico especializado oficial de la marca que se ocupe de la puesta a punto del motor. Se trata de una inversión necesaria que agradeceremos si, durante nuestras vacaciones, todo funciona correctamente y no falla en el momento más inoportuno.
- Limitar frenos aerodinámicos. Todo el mundo entiende que cualquier elemento suplementario a las líneas propias de la cubierta produce un freno aerodinámico extra. Para superar ese freno, el motor necesita generar más energía a fin de conseguir el mismo rendimiento y, por lo tanto, se consume más combustible. Toldos rígidos, ya sean fijos o plegables, e incluso los estilizados techos rígidos que ahora adoptan la mayoría de cruceros deportivos de cubierta open, cuando están abiertos producen muchas turbulencias y, desde luego, reducen notablemente los rendimientos de nuestra embarcación en varios nudos, según el caso. Para minimizar este efecto, achicaremos al máximo la superficie expuesta al viento que pueda generar turbulencias, por ejemplo abatiendo las toldillas plegables o, si no es posible, doblándolas perfectamente para que ocupen lo mínimo. Si llevamos algún tipo de bimini o titop de estructura tubular, tensaremos al máximo el tejido, para que no haga bolsa, mientras que los techos rígidos es mejor llevarlos con la sección cenital practicable cerrada, para evitar el paso forzado del viento, sobre todo cuando realizamos largas travesías.
- Limitar la carga a bordo. Aunque no siempre es posible controlar todo lo que llevamos, o incluso las personas que vienen a navegar, no podemos olvidar que, al igual que sucede con cualquier otro vehículo, en un barco la navegación se verá afectada por la cantidad de carga que subimos. A mayor peso, más resistencia al avance, mayor RPM para mantener la misma velocidad y, por lo tanto, mayor consumo. No convirtamos nuestro barco en un almacén. Llevemos a bordo sólo lo imprescindible sin olvidar, por supuesto, todo el material obligatorio y de seguridad.
- Evitar frenos hidrodinámicos. Cualquier elemento que esté en contacto con el agua produce una resistencia al avance que supone de nuevo un aumento de consumo. Al navegar, sobre todo en largas travesías, debemos evitar llevar a remolque la embarcación auxiliar, así como cualquier otro elemento arrastrable. Por supuesto, con excepción de las lanchas que quieran practicar wake o esquí náutico. También recogeremos las defensas que pueden llegar a tocar el agua y que, además, quedan de lo más dominguero verlas puestas en navegación. Otro detalle importante es no olvidarse de colocar a bordo la escalera de baño, que frena bastante por la popa y que, generalmente, el último en subir después del baño siempre se olvida de recoger.
- Elegir el correcto trimado. Este aspecto es el más complicado, puesto que dependerá de cada diseño de barco, de la carga a bordo, de la velocidad y del estado del agua. El trimado se regula con el botón del trim en los motores fuera de borda o dentro-fuera, con los flaps o interceptores en los de transmisión por ejes o azimutal, o mediante el desplazamiento de los pesos de a bordo en las lanchas que no disponen de esos elementos. En teoría, cuanta más cantidad de casco esté bajo el agua, más fricción producirá y, por lo tanto, mayor consumo. En las embarcaciones de planeo, lo ideal sería conseguir que con río tranquilo y en régimen de crucero sólo se encuentren 3/4 partes de la eslora del casco bajo el agua. A partir de ahí, la elevación de la proa dependerá del estado del río, de la dirección del viento y de la velocidad que queramos mantener. Lo más aconsejable para mantener el consumo dentro de lo aceptable es navegar a un régimen de crucero confortable para cada estado de río. Y si tenemos indicador de consumos, ir regulando en cada momento según nos parezca más adecuado.
Nota completa en Revista Weekend del mes julio 2018 (edicion 550)