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The Maltese Falcon, El legado de Tom Perkins

The Maltese Falcon
El legado de Tom Perkins

Hace unos días falleció Tom Perkins a los 84 años de edad. Además de su olfato para invertir en empresas tecnológicas que luego se convirtieron en gigantes de Silicon Valley, como Google, Amazon, Hewlett Packard o Netscape, el magnate estadounidense fue uno de los mayores coleccionistas de joyas flotantes. El velero clásico Mariette (1915), varios barcos de lujo, submarinos, yates a motor antiguos…. Sin embargo, de su flota destacó por encima de todos el clipper The Maltese Falcon, el Halcón Maltés, una de las grandes maravillas de los mares de los últimos tiempos.
El nombre de este clipper de Perini Navi de 88 metros de eslora lo dice todo. El Halcón Maltés corresponde a esa mística figurilla que daba nombre a la película dirigida por John Huston en 1941. Se trataba de un valioso obsequio para el emperador Carlos V, aunque jamás pudo disfrutarlo, ya que la galera que lo transportaba fue abordada por los piratas. Siglos después, un detective (Humphrey Bogart) investiga la desaparición de una joven y se encuentra de lleno en una trama por poseer aquella reliquia. Al final del filme, Bogart, siendo preguntado sobre la composición del Halcón Maltés, contesta: «Del mismo material del que están hechos los sueños…».
Esa frase de celuloide resume el proyecto más ambicioso de Perini, que se llevó a cabo en la sucursal turca de Yildiz Gemi y que vio la luz en 2006 tras un millón de horas de trabajo. Lo que realmente otorga licencia de leyenda a esta embarcación es su aparejo cruzado, sistema utilizado desde los tiempos de los galeones pero que cayó en desuso.

El estudio de Ken Freivokh fue el responsable de uno de los proyectos navales más ambiciosos que jamás se han hecho. Era la primera vez que un velero cuenta con tres mástiles autorotativos sin jarcia, gracias a los motores hidráulicos instalados en sus bases. Con un innovador sistema eléctrico, las 15 velas cuadras y enrollables que posee la embarcación apenas tardan seis minutos en izarse. Y toda esta operación se completa con sólo un hombre trabajando a través de controles y un joystick. De hecho, este mastodóntico Perini puede gobernarse con sólo dos tripulantes, el que controla el aparejo y el que lleva el timón.
Poco después de desplegar los 2.400 metros cuadrados de velas, el barco comienza a adquirir velocidad y sus 1.200 toneladas de peso parecen diluirse conforme se forma la estela de espuma que va dejando tras de sí.
El revolucionario aparejo también ofrece otras soluciones innovadoras. La altura en la que se encuentran las vergas de los mástiles permite un espacio exterior amplísimo, inconcebible en cualquier velero. Con varias zonas de sillones, sofás y mesas, más de una treintena de pasajeros pueden observar desde un lugar privilegiado la movilidad del barco. Y aún queda espacio para ubicar dos lanchas en la proa y para el bar de popa, por donde se accede al interior del barco.
Resulta complicado quitar la vista de los majestuosos mástiles, pero sería un error no observar el resto del trabajo del arquitecto Gerard Dijkstra, ayudados por los diseñadores del astillero italiano, crearon una auténtica obra de arte donde reina el contraste de colores y materiales.
El casco bruno, cuya manga es de 12,60 metros, acaba en una afilada proa, otorgándole ese descarado carácter al navegar. El color negro de la estructura contrasta con el metal del aparejo de carbono, del puente del mando y de los detalles que hay en cada rincón del velero, así como también con la exclusiva madera de las cubiertas. El resultado es un diseño único, tan elegante como perspicaz, aunque sin perder la expresión de los Perini.

Siguiendo la línea futurista del proyecto, Freivokh cargó de todo tipo de detalles el interior. Cristal, metal, madera de ébano, moquetas, seda o mármol son algunos de los materiales utilizados para configurar una decoración donde sobresalen las líneas curvas y donde la figurilla del halcón maltés aparece en muchos rincones. Las entrañas de este Perini recuerdan a las naves espaciales de las películas de ciencia ficción.
El camarote del armador cuenta con gimnasio, dos cuartos de baño y, si lo desea, con la cubierta superior de popa como terraza privada. Las otras dos estancias principales pueden convertirse en cuatro, obteniendo en total siete cabinas con capacidad para doce personas. Por unas escales circulares, que conectan todos los habitáculos, se llega a la zona común donde el espacio más grande e importante es el salón, si bien también destaca el despacho y la biblioteca.
Apenas tres años después de su botadura, en verano de 2009, Perkins decidió poner en venta el velero. Elena Ambrosiadou, una de las empresarias más ricas del mundo, se convirtió en la armadora de The Maltese Falcon a cambio de unos 70 millones de euros, casi la mitad de lo que el magnate desembolsó para construirlo. Pero el armador volvió a navegar varias veces más en su sueño flotante, en su legado náutico.

Ficha técnica | The Maltese Falcon
Tipo: Clipper
Eslora: 88 metros
Eslora flotación: 78,2
Desplazamiento: 1.240 ton.
Manga: 12, 5 m
Guinda: 58,3 m
Sup. vélica total (3 palos): 2.396 m2
Astillero: Perini Estambul, Yildiz Gemi (Turquía), 2006
Arquitectura naval: Gerad Dijkstra y Perini Navi
Diseño interior y exterior: Ken Freivokh
Construcción mástiles: Insensys
Velas: Doyle

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