Cuando se separó, se instaló en un barco. Sobrevivió al cáncer de pulmón. Y en su sexto Juego, alcanzó el oro.
Vivir en el agua. Esa frase puede resultar inverosímil para cualquier hombre pero Santiago Lange no es un hombre cualquiera. Esa frase es la más cercana a la descripción de la carrera deportiva de un personaje singular. “Me separé de mi esposa y viví en un barco. No tenía un mango, un amigo me prestó un barco y terminé viviendo cuatro años ahí..”, contó alguna vez este hombre que en su sexta participación en un Juego Olímpico, record para la misión de Río de Janeiro 2016, ganó su tercera medalla. Claro que con dos bronces en su poder, a él sólo lo obsesionaba el metal más preciado. Y al ansiado oro llegó este martes Lange en la clase Nacra 17 junto a la rosarina Cecilia Carranza Saroli, el talento que eligió el gran velista argentino para su nueva aventura olímpica.
Son Juegos muy especiales éstos para Lange. Porque por primera vez los comparte con sus hijos Yago y Klaus. “Estos Juegos son muy emocionantes para mí. Nunca lloré tanto como la ceremonia inaugural que compartí con ellos”, explicó quien sólo recibe admiraciones y respetos en cada paso que da por la Marina da Gloria, el escenario que a partir de las 15.20 podría ser el de la concreción de un viejo sueño. Es que Lange y Carranza Saroli llegaron a la Medal Race (la última regata del yachting, en la que se puntúa doble) en el primer lugar y con cinco puntos de ventaja sobre Italia y siete sobre Austria. Traducido: apenas con el tercer puesto en la cancha de Pan de Azúcar el yachting argentino conseguirá la primera medalla de oro de su rica historia.
Ayer el día fue clave para el descanso. Para recuperar fuerzas. Para rearmarse definitivamente antes de salir por el premio mayor. Para pensar en una estrategia que no podía ser conservadora porque los dos sabían que los iban a atacar sin piedad desde el comienzo. Este martes Lange, luego de la regata, pudo cumplir su gran ilusión y llegó al oro olímpico.